En materia de seguridad ya no manda la delincuencia organizada, como era antes. Ya no hay torturas, desapariciones ni masacres”. Horas después de que el presidente López Obrador afirmara lo anterior en su mensaje con motivo del Segundo Informe de Gobierno, ocho personas fueron ejecutadas en Cuernavaca en un sangriento ataque que dejó 14 heridos.

 

El diario local Unión de Morelos obtuvo los testimonios de quienes vivieron esta pesadilla y que reflejan la crudeza con la que actuaron quienes cometieron esta masacre. Alrededor de las 10 de la noche del pasado martes primero de septiembre, durante el velorio de un joven que había perdido la vida en un accidente de motocicleta, un grupo de hombres armados bajó de una camioneta para abrir fuego en contra de quienes se ubicaban en el exterior de una casa en donde se encontraban amigos y familiares del difunto.

 

Los hechos ocurrieron en la colonia Antonio Barona de la capital morelense, un peligroso barrio que se ubica a un costado del Paso Express, por el que a diario transitan miles de vehículos. Sin misericordia, los delincuentes irrumpieron en el velorio y dispararon en contra de un grupo de cien personas, entre los que se encontraban menores de edad y adolescentes.

 

Este ajuste de cuentas entre bandas criminales que operan en Morelos y que se disputan el control de esa plaza viene a contradecir el discurso gubernamental que horas antes había reiterado el Presidente en Palacio Nacional.

 

Los lamentables hechos de Morelos se suman a otras masacres registradas en los últimos meses en distintos puntos del país. Tan solo en junio pasado, en Caborca, Sonora, veinte personas fueron ejecutadas en un solo ataque. Ese mismo mes, en San Mateo del Mar, Oaxaca, quince personas perdieron la vida en una agresión en la que las víctimas fueron torturadas. En mayo, en Huetamo, Michoacán, fueron halladas doce personas sin vida.

 

Entre muchos casos más, resulta difícil olvidar la masacre de una familia -seis mujeres y tres niños- en Bavispe, Sonora, cuya ejecución en noviembre de 2019 despertó la indignación internacional por tratarse de una familia, los LeBaron, de origen estadounidense. En agosto del año pasado, 30 personas fueron asesinadas en Coatzacoalcos, Veracruz, en una sangrienta matanza ocurrida dentro de un centro nocturno, considerada como una de las más cruentas en tiempos recientes.

 

Muy arriesgado señalar que las masacres han desaparecido del mapa del crimen organizado en nuestro país. Desafortunadamente, éstas son recurrentes y se mantienen como una expresión de terror por parte de la delincuencia en contra de sus enemigos, de la población y de las autoridades cuando éstas representan un riesgo para sus intereses.

 

Nadie podría negar que el Gobierno de López Obrador heredó un país con una inédita crisis de seguridad pública y que este grave problema tiene un origen estructural difícilmente solucionable en el corto plazo. Sin embargo, desaparecerlo por decreto o en el discurso en nada abonará a encontrar la clamada paz a la que todos aspiramos.

 

Segundo tercio. Causa en Común, organización que preside María Elena Morera, estima que en el primer semestre de este año se cometieron 429 masacres en el país.

 

Tercer tercio. Un gran gesto para México la inclusión del ex presidente Ernesto Zedillo al ser incluido entre los trece panelistas internacionales que analizarán las respuestas del mundo ante la pandemia del Covid-19, un esfuerzo coordinado por la Organización Mundial de la Salud.

                                                                                                                                                                      @EdelRio70