La crisis del Covid-19 ha puesto en evidencia  “déficits catastróficos” de cobertura de la protección social y sanitaria en los países en vías de desarrollo, de acuerdo a dos informes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

 

 

La unica manera de fomentar la recuperacion es que se tomen medidas especiales para levantar sistemas de protección más integrales, señalan los documentos del organismo internacional publicados este jueves.

 

 

“La crisis del COVID-19 es un llamado de atención. Ha demostrado que la falta de protección social no solo afecta a los pobres; también pone de manifiesto la vulnerabilidad de quienes tenían una situación relativamente buena”, escribió en el informe Shahra Razavi, Directora del Departamento de Protección Social de la OIT.

 

 

“Pues el costo de la atención médica y la pérdida de ingresos puede destruir fácilmente el fruto de decenios de trabajo y los ahorros de una familia”, señaló la especialista.

 

 

En las dos reseñas informativas publicadas aquí, hasta se prevé que los déficits actuales de protección social y sanitaria “podrían comprometer los planes de recuperación” económica a nivel mundial, exponer a millones de personas al riesgo de pobreza, y afectar la capacidad de reacción mundial para hacer frente a crisis similares en el futuro.

 

 

En ambas publicaciones se examina detallamente el papel de las medidas de protección social en la intervención del brote de COVID-19 en los países en desarrollo, incluido la concesión de prestaciones de enfermedad durante la crisis.

 

 

La primera reseña, titulada “Respuestas de los países en desarrollo en materia de protección social ante el COVID-19”, la OIT describe a la protección social como “un mecanismo indispensable para proporcionar ayuda a las personas durante la crisis”.

 

 

Además, se examinan las medidas de respuesta aplicadas por algunos países, como, por ejemplo, la eliminación de obstáculos financieros a la atención sanitaria de calidad, el aumento de la seguridad de los ingresos, la proyección a los trabajadores de la economía informal, la protección de los ingresos y del empleo, y la mejora de la prestación de los servicios de protección social, empleo, y otras intervenciones.

 

 

“Aunque el virus no discrimine entre ricos y pobres, sus repercusiones son sumamente desiguales”, se puntualiza en la reseña, y se añade que la capacidad de acceso a una atención de salud asequible y de calidad es ahora “una cuestión de vida o muerte”, anota el informe.

 

 

También se advierte a los encargados de la formulación de políticas que eviten centrar toda su atención en el COVID-19, ya que ello podría reducir la disponibilidad de los sistemas de salud para responder a “otras afecciones que matan a personas todos los días”.

 

 

Se cita el caso de la pandemia de ébola y la forma en que todos los recursos se centraron en controlar ese virus, mientras se disparaba la mortalidad por malaria, tuberculosis y VIH/SIDA.

 

 

Los datos incluidos indican que 55 por ciento de la población mundial –nada menos que cuatro mil millones de personas– carecen de seguro social y de asistencia social.

 

 

A nivel mundial, solo el 20 por ciento de las personas desempleadas tienen derecho a una prestación de desempleo, y en algunos lugares la cobertura es incluso inferior.

 

 

En la segunda reseña informativa, denominada “Los subsidios de enfermedad durante la licencia por enfermedad y la cuarentena: respuesta y consideraciones políticas de los países en el contexto del COVID-19)”, se anota que “aunque el virus no discrimine entre ricos y pobres, sus repercusiones son sumamente desiguales”.

 

 

Agrega que la capacidad de acceso a una atención de salud asequible y de calidad es ahora “una cuestión de vida o muerte”.

 

 

Igualmente se advierte que la crisis sanitaria provocada por el Covid-19 ha puesto de manifiesto dos efectos adversos principales del déficit de cobertura de las prestaciones por enfermedad.

 

 

En primer lugar, esa carencia puede obligar a ir a trabajar a personas que están enfermas o debieran autoconfinarse, aumentando así el riesgo de infectar a terceros. En segundo lugar, la pérdida de ingresos aumenta el riesgo de pobreza de los trabajadores y sus familias, que podría tener un efecto duradero.

 

La reseña insta a adoptar medidas urgentes para resolver los déficits de cobertura y adecuación de las prestaciones de enfermedad. Por ejemplo, la ampliación de la cobertura de la prestación de enfermedad a toda la población, asegurándose de llegar a las mujeres y los hombres con una relación de trabajo atípica o informal, a los trabajadores por cuenta propia, a los migrantes y grupos vulnerables.

 

Además, se hacen varias recomendaciones, como aumentar la cuantía de las prestaciones para que proporcionen seguridad de los ingresos, acelerar la concesión del subsidio, y ampliar el alcance de las prestaciones para que incluyan las actuaciones de prevención, diagnóstico y tratamiento, así como el tiempo pasado en cuarentena o cuidando de personas enfermas a cargo.

 

DAMG