FOTO: ARCHIVO Bajo la presión del magma, la roca húmeda se rompe más fácilmente que la roca seca dentro del volcán  

Las prolongadas lluvias caídas en los meses anteriores sobre el volcán Kilauea, en Hawai, pudieron ser el detonante para la erupción en mayo del 2018 que afectaron a miles de personas, reveló la NASA en un nuevo estudio.

Explicó que “los volcanes entran en erupción cuando la roca fundida llamada magma sale a la superficie, y muchos factores, desde la forma del volcán hasta la composición del magma, influyen en el momento de las erupciones”.

En el caso de Kilauea, el estudio financiado por la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA), señala que otro factor de erupción podrían ser las lluvias prolongadas, a veces fuertes, en los meses previos al evento.

“Bajo la presión del magma, la roca húmeda se rompe más fácilmente que la roca seca dentro del volcán. Eso, a su vez, forja caminos para que el magma viaje a la superficie de la Tierra”, añadió Falk Amelung, profesor de Geofísica de la Escuela UM Rosenstiel y coautor del estudio, publicado por la revista Nature.

Jamie Farquharson, investigador postdoctoral en la Escuela Rosenstiel, afirmó que “curiosamente, cuando investigamos el registro histórico de erupciones de Kilauea, vemos que las intrusiones magmáticas y las erupciones registradas tienen casi el doble de probabilidades de ocurrir durante las partes más húmedas del año”.

El autor principal del estudio, aseguró que los patrones de lluvia locales “pueden contribuir significativamente al tiempo y la frecuencia de estos fenómenos en Kilauea y quizás en otros volcanes”.

Manifestó que el cambio climático provocará cambios en los patrones de lluvia y se proyectan aumentos en las precipitaciones extremas en la mayor parte del mundo y “como resultado, esperamos que la actividad volcánica inducida por la lluvia se vuelva más común”.

La Nasa recordó que “en 1983, uno de los conos del volcán Kilauea, en Hawai, comenzó a expulsar magma incandescente. Era el inicio de una lenta erupción que se prolongaría los próximos 35 años. La fase final de ese proceso se desencadenó en mayo de 2018, cuando apareció una nueva fisura en la ladera, de la que brotó un inmenso río de lava de más de 50 kilómetros, que se extendió a través de la costa este de la Isla Mayor del archipiélago hawaiano”.

De acuerdo con la NASA los expertos utilizaron una combinación de mediciones de lluvia satelitales terrestres para modelar la evolución de la presión del fluido causada por la lluvia sostenida que se acumuló en el interior del volcán.

Los resultados de su modelo sugieren que “a principios de 2018, la presión del fluido había alcanzado su nivel más alto en casi medio siglo, debilitando el edificio volcánico, que los autores proponen que el magma permitió romper la roca confinada debajo del volcán y conducir a la erupción posterior”.

 

ica