En eso de la lucha contra el outsourcing la Cámara de Diputados busca poner un ejemplo.

Por años, la Cámara de Diputados contrató los servicios de limpieza a través de empresas de outsourcing, algunas de ellas ligadas a funcionarios o ex legisladores.

El asunto es que el Partido del Trabajo propuso que los 450 trabajadores subcontratados para la limpieza del Palacio Legislativo, pasaran a ser empleados de la Cámara baja.

Todos los partidos estuvieron de acuerdo, excepto el sindicato de la Cámara.

La molestia estriba en el hecho de que los trabajadores pasarán a ser de confianza, con todos sus derechos laborales garantizados, pero sin la posibilidad de sindicalizarse.

¿Es bueno o es malo?

No se sabrá hasta que se conozca qué tipo de patrón será la Cámara de Diputados, porque una cosa es prometer y otra ser.

Hasta hoy no se sabe si el sindicato podría promover un juicio en reclamo de que la plantilla de limpieza pase a sus filas.

Pero el PT, en cuestiones laborales, pretende ir más lejos.

De acuerdo con su coordinador parlamentario Reginaldo Sandoval, el partido prepara una iniciativa de ley con la que se obligará a las dirigencias sindicales a dar cuenta, peso por peso, qué se hace o a qué se destinan las cuotas de los trabajadores.

Hay un mandato de ley que obliga a que las dirigencias de los sindicatos presente un informe anual sobre las finanzas de la organización.

La verdad es ese informe poco interesa a los trabajadores, cuando lo tienen, y como es un ordenamiento sin castigo, a los dirigentes les vale si lo cumplen o no.

La idea del petista es que eso no ocurra y que se establezcan sanciones administrativas y penales, a los dirigentes que se escatimen esa información.

Pero no crean que la iniciativa lleva destinatarios ¿eh?

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Bien dice el dicho que “nadie es profeta en su tierra’’.

Así lo comprobó el propio presidente Andrés Manuel López Obrador de visita en su natal Macuspana, en donde tuvo su primer encontronazo con el pueblo bueno y sabio.

La multitud convocada para el evento no se cansó de abuchear al gobernador Adán Augusto López ni al presidente municipal Roberto Villalpando, por cuestiones que tienen que ver con el incumplimiento de promesas de campaña.

Eso molestó al Presidente que perdió la calma, gritó, se encendió, y amagó con no hablar si seguían los abucheos, que también le tocaron de refilón.

Cuando preguntó si había funcionado el programa “Borrón y cuenta nueva’’ que supuestamente eliminaba los adeudos de los tabasqueños a la Comisión Federal de Electricidad, muchos le gritaron que no.

¿Cómo qué no? Respondió encolerizado. Y tuvo que hacer otraaa encuesta a mano alzada para conocer la opinión del pueblo bueno.

Pero como se vio claramente que ganará el sí, prometió que enviaría a Manuel Bartlett a resolver el problema.

Lo mismo sucedió cuando preguntó si recibían las becas de adultos mayores, las becas para estudiantes y para discapacitados.

El auditorio se dividió; unos que sí y otros que no.

Y aunque el Presidente dijo que era politiquería, se trataba de su público, el cautivo, en su casa, en su tierra.

Algo debe decirle el evento.

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Con menos de dos decenas de casos, Francia decidió cerrar el museo más famoso del mundo, el Louvre, para prevenir contagios de coronavirus.

Aquí en México no sumamos la docena aún, pero el Gobierno asegura que el tema no debe tratarse como emergencia nacional.

Lo mismo dice el (sub) secretario de Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, pero el coordinador de Morena en San Lázaro, Mario Delgado, pide hacer una bolsa de 25,000 millones de pesos para la emergencia.

¿Estamos pecando de confiados?