Mucho se ha escrito recientemente sobre el papel que han jugado y deberán asumir en los próximos meses los partidos de oposición. Incluso, se ha especulado sobre la ausencia de un bloque antagónico al Gobierno surgido de Morena. Difícil afirmar lo anterior si se analiza lo acontecido en las últimas semanas en al menos uno de ellos, Acción Nacional.

Primero, habría que tomar en cuenta el proceso de recomposición interna que el blanquiazul y el propio Partido Revolucionario Institucional (PRI) tuvieron que enfrentar tras la derrota electoral que ambas organizaciones sufrieron en julio de 2018. Tal fue la magnitud de aquellos resultados, que fue necesaria una reingeniería para poderse asumir como una opción viable ante la aplanadora que resultó ser el proyecto que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

En el caso del tricolor, no ha derivado en la construcción de un proyecto que represente una alternativa. Este partido no ha superado la imagen negativa que le fue construida para hacerlo a un lado del poder y no ha logrado concluir un relevo generacional que le permita contar con nuevos cuadros lo suficientemente comprometidos para enfrentar los retos que imponen los nuevos tiempos.

Por ello, el movimiento opositor con mayor consolidación en la actualidad está representado en el Partido Acción Nacional (PAN). Si bien muchos analistas quisieran ver a esta organización en la cima de las encuestas, codo a codo con Morena, habría que revisar las cifras para corroborar que se trata de la opción más estructurada para quienes buscan un camino diferente para el país.

Información interna de Acción Nacional refleja su crecimiento desde noviembre de 2018. Para aquel entonces, cuatro meses después del proceso electoral federal de ese año, el blanquiazul contaba con un nivel de aceptación de 7%, frente a 9% del PRI. La más reciente evaluación de este mes indica que esa tasa se ubica en 20%, frente a un 11% del tricolor. Por debajo se ubican el Verde, Movimiento Ciudadano y Partido del Trabajo.

La labor que en esa organización se realiza está enfocada, en su mayoría, a los electores de entre 18 y 44 años de edad, cuyo promedio de aceptación se ubica en 25%. Desde el punto de vista geográfico, los esfuerzos se llevan a cabo, principalmente, en el Valle de México, así como en el noroeste, centro y occidente del país.

Quienes conocen el teje y maneje de este partido están conscientes que el objetivo no es desbancar a Morena de las cámaras, estados y municipios, sino consolidar un contrapeso a la actual mayoría de cara a 2024. Por ello, la apuesta, en el caso de las elecciones para renovar gubernaturas, se ubica en San Luis Potosí, Nuevo León, Aguascalientes, Durango y Querétaro.

La preocupación sobre la ausencia de una oposición no debería tener cabida en el panorama nacional. Sí la observación de un fenómeno político que se encuentra en pleno resurgimiento.

Segundo tercio. Ojalá haya sido broma la declaración del gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, de querer contender nuevamente en las elecciones presidenciales de 2024.

Tercer tercio. El caso Karen Espíndola refleja el temor que provoca la violencia en todo el país, particularmente hacia las mujeres, a una sociedad cada vez más organizada y a una joven cuya irresponsabilidad seguramente hará madurar.