El primer ministro iraquí, Adil Abdul Mahdi, anunció hoy que presentará su renuncia al Parlamento para que los legisladores puedan elegir un nuevo gobierno, en medio de las protestas que han dejado más de 400 muertos desde principios de octubre, 45 de ellos la víspera.

 

La decisión de Mahdi se produjo después de que la máxima autoridad religiosa chiita de Irak, el ayatolá Ali al-Sistani, exhortó a los parlamentarios a reconsiderar su apoyo al gobierno “incompetente”, tras una de las jornadas más violentas en el sur del país desde el inicio de las protestas hace casi dos meses.

 

“En respuesta a este llamado y para facilitarlo lo más rápido posible, presentaré al Parlamento una demanda (para aceptar) mi renuncia al liderazgo del gobierno actual”, afirmó Mahdi en un comunicado difundido por su oficina, sin especificar cuándo presentaría su dimisión, aunque el Parlamento se reunirá el domingo.

 

En un discurso a los fieles durante el rezo del viernes en la ciudad de Kerbala, el líder religioso destacó que el gobierno iraquí ha demostrado ser “incompetente” a la hora de gestionar las protestas e invitó a los miembros del Parlamento a reconsiderar su apoyo al Ejecutivo del primer ministro.

 

Al-Sistani instó a los parlamentarios a abandonar su apoyo al gabinete actual. “Se le pide al Parlamento, del que proviene este gobierno actual, que reconsidere su elección a este respecto y actúe de acuerdo con el interés de Irak para preservar la sangre de sus hijos”, dijo.

 

Además, el ayatolá pidió al Parlamento “acelerar la adopción de un conjunto de leyes electorales que satisfagan las demandas de la gente como preludio de una elección libre y justa que refleje correctamente la voluntad del pueblo iraquí”, según la cadena árabe Al Arabiya.

 

Asimismo, condenó la violencia que se produjo la víspera en las provincias del sur del país, reiteró su apoyo a los manifestantes y pidió al gobierno y a partidos políticos respetar las demandas del pueblo y detener el “derramamiento de sangre”.

 

El clérigo chiita Muqtada al Sadr también pidió ayer jueves la dimisión “inmediata” del gobierno iraquí, tras la violencia en el sur de país, en concreto en Bagad y la ciudad de Nasiriya, con un saldo de más de 40 muertos, que hizo del jueves la jornada más sangrienta desde el inicio de las protestas.

 

Desde el 1 de octubre, cuando comenzaron las manifestaciones contra la corrupción, los altos índices de desempleo y la falta de servicios públicos, entre 380 y 400 personas han muerto y cerca de 15 mil han resultado heridas, según recuentos de agencias internacionales con base en fuentes médicas y policiales.

 

Sin embargo, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos actualizó este viernes el balance de víctimas en al menos 354 fallecidos y ocho mil 104 lesionados, aunque advirtió que la cifra podría ser mayor.

 

Los manifestantes piden un cambio de gobierno al considerarlo corrupto y responsable de la mala gestión de los recursos y problemas económicos del país, sobre todo en el sur del territorio, rico en petróleo, pero donde la población no se beneficia de ello.

 

PAL