Las últimas cifras oficiales de inseguridad dan para dos interpretaciones: el vaso medio vacío y el vaso medio lleno. Si bien las cifras ayudan a entender la dinámica de la inseguridad, también dan datos de los principales problemas de violencia criminal.

Dos cifras deben contextualizarse: los homicidios dolosos disminuyeron su dinámica, aunque siguen creciendo. Y los delitos contra el patrimonio siguen aumentando. Los primeros datos ilustran la violencia de las organizaciones criminales que se disputan plazas de operación y lo segundos revelan el daño que los delincuentes al menudeo causan al ciudadano común.

No hay cifras sólidas para consolidar la estimación de que los cárteles están en paz entre sí, sobre todo si vemos al Cártel Jalisco Nueva Generación, al nuevo Cártel del Noreste y al Cártel de Sinaloa en actividades violentas.

Y sí percibimos que los delincuentes al menudeo están en una fiesta de delitos porque asaltan, secuestran, extorsionan y toman el control delictivo de las calles, sin que las policías preventivas hagan algo para contenerlos o replegarlos.

En este punto de delincuentes al menudeo que cometen delitos contra los ciudadanos hay ya focos de alarma: las fiestas de fin de año, las compras de regalos y el manejo de los aguinaldos los convierten en pieza apetitosas para los ladrones, sin que se conozca hasta ahora la existencia de programas especiales de vigilancia de bancos, tianguis de regalos, almacenes y máquinas de entrega de dinero bancario.

Los delitos entre cárteles impactan a la ciudadanía, pero los robos de sus patrimonios dicen a las personas que la inseguridad está en cualquier microbús o en cualquier calle.

Los ciudadanos atienen a la delincuencia de su entorno, ahí donde las policías preventivas siguen ausentes y donde a veces su presencia es para esquinarlos en lugar de protegerlos.

Ahí, en los delitos al patrimonio, es donde se debe medir la verdadera inflexión.

 

Zona Zero

El tema de los desaparecidos en el escenario de la crisis de inseguridad y el descubrimiento de centenas de fosas clandestinas es parte del pasivo social. Hasta ahora las autoridades no han podido consolidar datos para ofrecer una explicación: guerra sucia contra disidentes o guerra social contra ciudadanos.

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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