Ayer terminó una era política de 14 años en Bolivia: el presidente Evo Morales renunció luego de una escalada de protestas tras las elecciones del 20 de octubre.

Como el vicepresidente, Álvaro García Linera, y la presidenta del Senado, la oficialista Adriana Salvatierra, también dimitieron, la situación de la conducción del país andino no estaba clara. El presidente de la Cámara de Diputados, el miembro del oficialismo Víctor Borda, ya había renunciado unas horas antes.

La salida del líder indigenista, anunciada por televisión, se produjo horas después de que llamara a nuevas elecciones, presionado por un informe difundido en la madrugada del domingo por la Organización de los Estados Americanos (OEA) en el que señalaba que había encontrado “irregularidades” en los comicios de octubre.

“Se encontraron irregularidades que varían desde muy graves hasta indicativas. Esto lleva al equipo técnico auditor a cuestionar la integridad de los resultados”, señaló el organismo en un comunicado.

Según el informe, era “estadísticamente improbable” que, pese a ganar los comicios, Morales haya obtenido los 10 puntos porcentuales necesarios para evitar una segunda vuelta con el liberal Carlos Mesa, quien resultó segundo.

Aunque ya había manifestaciones de descontento social contra la administración de Morales, el conflicto reventó con las acusaciones de fraude que sufrió tras ser reelecto en los comicios de octubre.

Pero el anuncio de reponer las elecciones no fue suficiente: la oposición y las Fuerzas Armadas le pidieron la renuncia.

“Estoy renunciando, enviando mi carta de renuncia a la Asamblea Legislativa”, afirmó Morales horas después.

Durante su discurso, al lado de su vicepresidente, Morales dijo que dejaba el país con muchas batallas ganadas, y mencionó algunos logros de sus gobiernos.

Subrayó como una de las razones por las que dejaba el puesto presidencial las amenazas, secuestros y agresiones que habían sufrido ya colaboradores suyos.

Acusó que se habían registrado ya privaciones de la libertad a familiares de funcionarios, “por eso renuncio”, dijo.

Incluso, detalló, a su propio cuerpo de seguridad le habrían ofrecido dinero por entregarlo a las fuerzas opositoras.

¿Qué sigue?

La constitución boliviana marca el camino oficial de lo que debería suceder tras los acontecimientos de ayer.

Las renuncias del presidente y vicepresidente no fueron directas ni definitivas, requieren la aprobación del Congreso. La ley establece que, en caso de que el primero se encuentre impedido o ausente, el segundo queda al mando.

En caso de que estas dos figuras no puedan ejercer, como ocurre en este momento, quedaría en el poder quien fuera presidente de la Cámara de Senadores. Ostentaba ese puesto Adriana Salvatierra, pero ella también renuncio al cargo.

De 30 años, Salvatierra hizo historia al convertirse en la legisladora más joven del país. Ha sido reconocida por sus propuestas de ley con tendencias feministas y en julio fue presidenta interina por cinco horas, mientras Morales y García Linera se encontraban fuera del país.

Luego de ella, tendría que tomar el puesto el presidente de la Cámara de Diputados, Víctor Borda, quien renunció después de que secuestraran a su hermano para presionarlo.

En caso de que ninguna persona quedara en el cargo, se deberá convocar a elecciones en menos de noventa días y las urnas definirán al siguiente jefe o jefa de Estado en Bolivia.

Hechos relevantes

Un cambio que se gestó poco a poco; el polémico caso del presidente de Bolivia.

* En enero de 2006, el político que venía del sindicalismo cocalero se convierte en primer presidente indígena de Bolivia.

* Sus aliados fueron quedando por el camino en Brasil, Argentina y Ecuador… mientras Venezuela está en su peor crisis.

* Fue criador de llamas, vendedor de helados, fabricante de ladrillos y trompetista, cultivócoca en Chapare.

* Decreta la nacionalización de los hidrocarburos meses después de instalarse en el poder por primera vez.

* En 2018 estrenó la Casa Grande del Pueblo, un rascacielos de 29 pisos con helipuerto en el casco histórico de La Paz y que sustituyó como sede presidencial al Palacio Quemado, sede del poder político desde el siglo XIX.

* El enemigo son Carlos Mesa, candidato opositor, y Luis Fernando Camacho, líder de la rebelión de la rica región de Santa Cruz, a quien Morales acusa de maltratar a los familiares de funcionarios, ministros y diputados.

* El mensaje de la OEA fue más político que técnico, declaro Evo Morales sobre la auditoría a las elecciones.

 

LEG