Esas últimas horas en las que se discute el paquete económico siempre han sido las más peligrosas. Sobre todo, cuando a los duendes legislativos les regalan un fin de semana para meter mano en las leyes.

No es importante quién lo propuso, sino como el partido del presidente, Morena, de la mano de sus mentores políticos del PRI, aprobaron incluir en la Ley de Ingresos del 2020 un artículo transitorio que faculta al Congreso a legislar para regularizar los vehículos ilegales que hoy están en México.

Los diputados del partido del presidente y que están al cargo de Mario Delgado, pretendieron esconderse en la noche del viernes, como si eso fuera suficiente para que su medida no fuera dañina. Pero la verdad es que no, pretender la regularización de millones de autos ilegales en México abre la puerta a muchas calamidades.

Claro, la primera y la obvia es la afectación a la industria automotriz mexicana, que este año ha tenido una de las bajas más sensibles de los últimos años. Las caídas en las ventas automotrices solo son comparables con los peores meses de la gran recesión mundial de hace diez años.

Evidentemente que el anuncio de una disposición populista para regularizar lo ilegal abre la puerta para que literalmente se inunden las calles de automóviles de deshecho en los Estados Unidos con la certeza de que serán regularizados.

Es sabido que no son muchos los legisladores del partido mayoritario que tienen la preparación necesaria para entender los efectos económicos de esta decisión. Pero vaya que sí hay quienes entienden que una medida así acaba por afectar la economía mexicana en su conjunto y que se pueden perder decenas de miles de empleos ante una decisión así.

Pero por lo precipitado de esta decisión no es descabellado pensar que desde la bancada mayoritaria se pensó en que esta era una buena forma de respaldar la popularidad presidencial y de paso la de su partido, ante el duro golpe que se llevó la semana pasada por sus pifias en materia de seguridad y respeto al estado de derecho.

Un operativo fallido de las fuerzas de seguridad deja consecuencias inmediatas, como ya lo vimos. Pero una decisión fallida en materia económica, también tiene consecuencias terribles, aunque tarden más tiempo en notarse.

Si lo que Morena ve entre los propietarios de autos ilegales son votantes, vaya que obtendrá simpatizantes, pero cometerá otro error económico importante.

El fondo de la decisión es muy dañino para la economía mexicana, pero la forma tampoco fue la adecuada. Aprovechar la noche del fin de semana para dar el bandazo no es algo que deba sentar bien entre los senadores que ahora tendrán todos los reflectores para respaldar esos modos alevosos de sus compañeros diputados.

Y si es por cálculos políticos, como control de daños ante las pifias en materia de seguridad, si es para taparle el ojo al macho de lo ocurrido en Culiacán, que hagan bien las cuentas, porque el daño sería infinitamente mayor al poco beneficio que se obtendría.