Si el presupuesto anual destinado a los partidos políticos no se ha reducido no es culpa del Instituto Nacional Electoral (INE), sino de los propios partidos.

Por razones sólo atribuibles al desconocimiento de la ley, pareciera que es el INE el responsable de fijar los montos cuando éstos tienen que ver con la aplicación de una fórmula establecida en la Constitución que bien pudo haberse modificado por los propios partidos políticos.

No lo han hecho porque no les interesa.

Morena, el partido que detenta el poder, hizo durante su campaña una propuesta para reducir a 50% el presupuesto destinado a los institutos políticos; pura demagogia.

Tanto que, ayer durante la sesión de la Comisión Permanente, varios legisladores de Morena le pidieron a la presidenta Yeidckol Polevnsky que se dejara de discursos y cumpliera con la devolución de 50% del dinero que le corresponde este año a su partido.
Eso no ocurrirá.

Ni siquiera porque el propio presidente López Obrador lo haya sugerido en su homilía matutina.

El problema ahora es que una reducción del presupuesto para los partidos genera dos escenarios nada deseables para nuestra tambaleante democracia.

Primero, que los partidos recurrieran al financiamiento privado, con el riesgo que implica la aceptación de recursos de dudosa –o no tanto- procedencia.

El crimen organizado ha financiado campañas de presidentes municipales y otros cargos en estados en donde es ostensible su poder; en Morelos se denunció esta acción.

El segundo riesgo que se corre es que la reducción del presupuesto termine por aplastar a la oposición y favorezca sólo al o a los partidos grandotes, obviamente al que está en el poder en primer lugar.

Por eso, los que salen ahora a rasgarse las vestiduras porque el próximo año se destinará un presupuesto de cinco mil 230 millones de pesos a los partidos políticos son ignorantes o convenencieros manipuladores.

O ambos.

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La Comisión Permanente del Congreso aprobó un punto de acuerdo mediante el cual exhorta al Gobierno de la República “a buscar un acercamiento’’ con el Congreso y Gobierno estadounidense a fin de reducir el tráfico y venta de armas.

Ésa fue la reacción de nuestros legisladores a las matanzas del fin de semana pasado en Estados Unidos, en las que murieron ocho mexicanos.

No hay mucho que agregar al respecto, sólo el hecho de que las víctimas de este lado merecían más que un punto de acuerdo, un reclamo, eso sí, “con todo respeto’’ como dice ya saben quién.

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Se pondrá buena la discusión por el relevo de Porfirio Muñoz Ledo al frente de la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.

Ante la amenaza de Dolores Padierna de presentar una iniciativa para que Morena presida la mesa los tres años de la Legislatura, el PAN ya se envalentonó, y en voz de su diputado José Luis Preciado advirtió que su partido hará lo que corresponde para evitar que la Ley Padierna les arranque el cargo que se había comprometido desde agosto del año pasado.

Preciado no es de los suavecitos del PAN; a ver cómo le responden hoy Padierna y su grupo denominado “todo es nuestro’’.

Y todo, es todo.