Los que en otro tiempo confiaron, ahora han callado.

Los que han explotado son sus más fieles, sus votantes, los que daban por hecho que nunca iba a fallar.

Ha tenido un estilo de Gobierno muy distante de la sociedad, ha sido una pésima gestora y no se puede salir adelante prometiendo cosas que no se van a cumplir.

Lo que a ella le gusta es la política y no la gestión. Pero poner orden, decidir sobre servicios públicos, educación, trabajo, seguridad y atender las necesidades de los ciudadanos es hacer política.

Los problemas de los capitalinos han dejado de ser su prioridad.

A la vieja escuela y con un discurso de apaciguamiento rinde un informe a 200 días de gestión, que nadie pidió.

Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno, ante propios y extraños, en su rendición de cuentas y en menos de nueve mil palabras, comenzó diciendo: “Llegamos al Gobierno de la Ciudad a realizar cambios profundos, para terminar con una política de privilegios, corrupción y abusos, que se impuso como forma de Gobierno en contra de la voluntad popular, pero sobre todo llegamos al Gobierno para construir una ciudad más justa”.

Sólo estrategias, no acciones y de resultados, los peores.

Un mensaje que anuncia disminución de costos que no hace mejorar la operación del Gobierno y que advierte una gran crisis interna de dimensiones insospechadas, con una ola de malestar creciente. Las turbulencias en las alcaldías son el mejor ejemplo de la aventura fallida de darles autonomía.

Increíble que después de ser delegada y luego jefa de Gobierno de la Ciudad de México, descubriera y se sorprendiera del gran negocio del cartel inmobiliario y su ventana de oportunidades.

Y así lo dijo: “Estamos acabando la corrupción que llevó al desorden inmobiliario en la Ciudad de México. Es importante dejar claro que estamos combatiendo la corrupción y redirigiendo el desarrollo urbano hacia la regeneración y la vivienda incluyente”.

Nada más falso.

En una apuesta al riesgo y con la atención puesta en el futuro, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México intenta salvar la dignidad y justificar la permanencia: “Sabemos que existe una cifra negra de delitos importante, pero es necesario mencionar que, de diciembre a junio del presente año, los homicidios dolosos disminuyeron en 15.4%; las lesiones dolosas por arma de fuego, en 45.6%; el robo de vehículo con violencia, en 22.3% y el robo de vehículo sin violencia, en 19.8%. Falta mucho por hacer, pero estamos pendientes y en el camino correcto”.

Si la jefa de Gobierno denunció maquillaje de cifras en la administración Mancera, ¿con base en qué presenta sus porcentajes?
La decepción política de las autoridades de la CDMX es o debería ser mayúscula.