Cuando al presidente Andrés Manuel López Obrador le conviene, saca sus mejores dotes de tecnócrata neoliberal que es capaz de explicar con gráficas, números y estadísticas alguna calamidad, como la creciente violencia en este país.

Diez entidades nos alteran el promedio de homicidios, dijo el mandatario. Como si eso de los muertos por la violencia fueran simples números, el Jefe del Ejecutivo recurre al discurso de la estadística para poner en la mira a los estados que no gobierna Morena.

Guanajuato, Jalisco, Baja California y Estado de México, entidades no gobernadas por Morena, estuvieron en su explicación técnica de la “alteración de los promedios”. Y de paso agregó Veracruz, gobernado por su gran decepción política, Cuitláhuac García.

Ahí se frenó con el reparto de culpas, porque el siguiente dato estadístico de un aumento brutal de la violencia y la criminalidad lo llevaba a la Ciudad de México, donde gobierna su consentida Claudia Sheinbaum.

Es evidente que la estrategia de disminución de los delitos que planteaba la 4T, para dar resultados en el corto plazo, no ha funcionado. Tanto como no ha dado resultados la estrategia de hacer crecer la economía a 4% cada año, hasta llegar a 2024, con un crecimiento proyectado de 6% durante ese último año de Gobierno.

Cuando cae en las manos presidenciales un dato económico, o un pronóstico, le aplica la misma técnica del filtro político para avalar o desprestigiar el dato y a su fuente.

Alaba, por ejemplo, el nivel del tipo de cambio. Como el peso tiene una aparente fortaleza, asume como propio de su gobierno ese logro y así lo comparte con sus feligreses que todo le creen.

Pero si el número es negativo, como la mayoría de las cifras del desempeño de la economía, entonces viene el reparto de culpas.

El mensajero que más recientemente sufrió el tiroteo de sus descalificaciones en la conferencia mañanera fue el Fondo Monetario Internacional (FMI). Su pecado fue dar a conocer su panorama económico mundial, donde incluye a México con una baja en la estimación de crecimiento.

El FMI no es original en eso de proyectar un crecimiento del Producto Interno Bruto de México este año por debajo de 1%. Es una constante en la revisión a la baja en los pronósticos de esta nación.

Pero este organismo se ganó la exigencia de tener que ofrecer disculpas al pueblo de México, porque en el imaginario colectivo de la izquierda mexicana, fueron ellos los invasores financieros que impusieron a México el modelo neoliberal, causante de todas las plagas.

La información que el Presidente puede considerar como correcta, adecuada, de fuentes que se porten bien con su gobierno, son aquellas que incorporan esos “otros datos” que muchas veces sólo él parece conocer, pero que tornan positivas las estadísticas.

No todo acaba en un discurso sesgado para agradar a sus simpatizantes. La negación de la realidad impide la correcta toma de decisiones para revertir la baja constante en los indicadores. Ya sean de seguridad o de economía.