Una de las diferencias centrales respecto de otros sexenios es el respaldo popular con el cual se hizo del poder nacional el presidente Andrés Manuel López Obrador y que parece estar en capacidad de sostener hasta el grado de desconcertar a sus adversarios.

Ello no quiere decir que el mandatario sea insensible a la crítica o al error.

Respaldado multitudinariamente en las “benditas” redes sociales para una coalición anónima de activistas caricaturizados y en general detestados por los voceros de quienes perdieron la elección o aún mantienen reticencias emocionalmente justificables respecto del político tabasqueño, AMLO se aprestó este martes a evidenciar que le afecta lo que los ciudadanos adversarios de algunas de sus posturas pueden generar.

Al plantear que es necesario que las empresas que tienen y venden “granjas de bots” -vendidas como es entendible en un mercado al mejor postor- se comporten de manera ética, y que es útil enfatizar que su gobierno no aplicará censura, como les indicó a los periodistas en su conferencia mañanera, el Presidente exhibió que de alguna manera el hashtag que promovía la “renuncia” a la primera magistratura fue recibido por su cuarto de guerra de comunicación y por el conjunto de sus voces más cercanas como un tema de preocupación.

AMLO es vulnerable a la reducción de simpatía. Tiene la enorme ventaja de que, inexplicablemente, frente a esa vulnerabilidad no haya podido posicionarse ningún liderazgo más o menos relevante y creíble.

La debilidad proviene de dos fuentes.

La primera de ellas es la aparente o real evidencia de contradicciones.

La muestra está en algunas decisiones que inquietan a sus malquerientes, siendo el caso reciente más destacado el del memo con el cual sugiere a tres secretarías de Estado suspender la vigencia de una reforma educativa que, por otro lado, está tan muerta como el sexenio pasado.

La contradicción entre estar obligado a hacer respetar la Constitución y suspender una de sus partes por una especie de decreto segundón fue referida en un segmento más bien informado y pareció no repercutir más allá de ese ámbito.

La segunda es la aparente insensibilidad.

Ésta habría sido percibida como tal por quienes no comparten su opinión respecto de su reacción poco rápida, sensible o incluyente en relación con la masacre de Minatitlán. El mandatario está en oportunidad de remontar con la visita de este viernes a esa ciudad las secuelas de tal percepción. Es un proceso por continuar y completar.

Sus alusiones al respecto no han tenido el mismo grado de acierto, incluso entre sus seguidores. En las últimas 48 horas, una de ellas ciertamente, indirecta como fue y teniendo como respaldo la celebración de una fiesta en el puerto veracruzano, resuena aun en comederos políticos y en simples observadores mediáticos.

AMLO es vulnerable, y eso debe ocupar a su gabinete de comunicación como a su círculo cercano porque las violencias no serán vencidas rápidamente o sin presentar resistencia con efectos severos para la seguridad.

Respecto de otros sexenios y con el respaldo popular que tiene, no hay pretexto para apresurar la entrega de resultados en todas las líneas en que su proyecto de Gobierno está comprometido.

@guerrerochipres