La economía mexicana creció durante 2018 a una tasa de 2.0% anual; es la tasa de crecimiento más baja desde 2014, cuando en aquella ocasión daba inicio la aplicación de la reforma hacendaria.
Con este resultado y a cifras originales, el crecimiento de la economía en el sexenio del ex presidente Enrique Peña fue de 2.17%, prácticamente similar al desempeño sexenal de los Gobiernos panistas de los ex presidentes Felipe Calderón y Vicente Fox.
Inclusive, el período de Felipe Calderón incluyó la crisis “subprime” que afectó a la economía en 2009, cuando cayó 4.7% anual.
Es un hecho que durante los periodos panistas el mercado de capitales mostró un mejor desempeño, con Vicente Fox con un promedio de crecimiento anual de 30.9%, luego con Felipe Calderón de 10.8% en su promedio anual, mientras que con Enrique Peña presentó un decremento de -0.5% promedio anual.
Ahora, para 2019, la perspectiva no se ve nada alentadora. Sin embargo, Moody’s consideró ayer que para este 2019, el crecimiento de la economía se vería reducido de 2.2 a 1.7%, aunque un mayor gasto público del Gobierno pudiera acelerar la economía hacia 2020, estimando que la expansión de la economía pasaría de 1.7 a 2.0% anual. No obstante, la mayor parte del mercado se muestra más escéptico.
Haciendo un recuento, iniciamos 2019 con el desabasto regional de la gasolina que al final tuvo un impacto acotado, pero también huelgas que afectaron la oferta y demanda de productos en algunos estados y por varias semanas.
Un nuevo sexenio con un Gobierno de cambio en materia de política económica, política social y con un proceso de austeridad ha generado una reestructura en muchas secretarías e instituciones del sector público que, a su vez, desfasan acciones y tomas de decisiones, incluyendo en ocasiones parte del gasto público.
Además, la falta de una ratificación hasta el momento del T-MEC por parte de los Congresos de Estados Unidos y Canadá paraliza nueva inversión directa en nuestro país y se mantiene en un compás de espera. Además, decisiones políticas federales y algunas iniciativas en el Congreso generan incertidumbre.
Estamos viendo también una expansión limitada en el crédito, cuyas tasas de interés activas por parte de la banca son muy “altas” y “caras”, limitando el flujo de recursos de personas y empresas. Su efecto inmediato es hacia un menor consumo.
Por el lado internacional, es clara la desaceleración de la economía mundial incluyendo a Estados Unidos. Desde finales del tercer trimestre de 2018 se tocó un pico en la expansión global, y desde entonces se ha venido en un claro proceso de desaceleración que hasta el momento continúa vigente.
Esto influye por el lado del intercambio comercial teniendo hacia la Unión Americana, 73% de las exportaciones mexicanas y recibimos 51% como importaciones de ese país. Es probable que este ritmo de crecimiento se vea disminuido en este año. Además, es probable que veamos también un menor ritmo de crecimiento en las remesas familiares que en los últimos años han registrado un récord en promedio de cerca de 30 mil millones de dólares.
Tenemos la presión de las calificadoras crediticias, aunque ayer dio un respiro ligero Moody’s. Hace unos días, conocimos que al mes de enero, la producción diaria de crudo se redujo 15% anual a 1.62 millones de barriles diarios, 224 mil barriles por debajo del presupuesto y con riesgo de una afectación por 86 mil 400 millones de pesos en ingresos anuales que afectarán a Pemex y al ingreso federal.
Pemex seguirá con mucha presión ante un flujo de efectivo urgido de recursos hacia la inversión y el pago de pasivos y servicio de deuda. Los números no dan de acuerdo a Fitch y Moody’s, a pesar del apoyo del Gobierno al fortalecimiento del Programa Fiscal a la paraestatal. Las necesidades de recursos estarían entre 12 y 17 mil millones de dólares.
El Gobierno también inició la reestructura de los programas sociales. Veremos en los siguientes meses el efecto real sobre la economía y su disciplina fiscal. El riesgo sería mayor gasto público sin crecimiento. Demos tiempo al Gobierno a ver si hay estimulación y confianza hacia la inversión privada que es crítica e indispensable. La pregunta es ¿de dónde consideraron crecer a 4.0% anual en el sexenio?