Foto: Gillian Brockell Instagram Gillian Brockell usó hashtags, registró el parto del bebé y entró a publicidad relacionada con maternidad  

Gillian Brockell, editora de video en The Washington Post, escribió una carta a quienes se encargan de la publicidad en Google y Facebook, donde pedía que ya no le recordaran a su bebé que nació muerto.

Durante su embarazo, la editora del periódico estadounidense registró el embarazo de su bebé en redes sociales, a través de hashtags, calendarios y búsquedas de artículos para el bebé.

“Es mi culpa. No pude resistir esos hashtags de Instagram: #30weekspregnant #babybump. ¡Y qué estúpida fui!”, confesó al inicio de su carta.

Además, Brockell entró a la publicidad que le mandaba Facebook sobre compra de indumentaria para embarazadas y pintura para la cuna del bebé. Hasta registró el día del parto en Amazon, que sería el 24 de enero.

 

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100% ready for fatherhood. . #fatherhood #onesie #babymoon #neworleans #deathmetal #bae

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Sin embargo, no esperaba que después del parto llegara a su casa “con las manos más vacías del mundo”, lo que le provocó pasar “sollozando en cama”. Después de varios días, decidió agarrar su teléfono para recibir un peor golpe: seguir viendo las notificaciones y publicidad en internet sugiriendo cosas para el bebé.

Lo primero que hizo fue dar “no me interesa” a la publicidad mostrada, pero eso no solucionó el problema: le siguieron llegando comerciales pensando que su bebé ya estaba en casa.

“Deciden que has dado a luz, asumen un resultado feliz, te llenan de publicidades del mejor corpiño para amamantar (…), trucos para que el bebé duerma toda la noche (…) y los mejores carritos que se adaptan al crecimiento de tu bebé”, escribió.

Finalmente, la editora cuestiona la inteligencia de Google y Facebook, pidiéndole que le muestren publicidad que se ajuste al hecho que su bebé está muerto, o simplemente ya no le muestren nada.

 

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Hey dudes, I’m taking over the @washpostlife Instagram today, check it out. ? #takeovertuesday #washpostlife

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Carta completa

Queridas compañías de tecnología:

Sé que sabían que yo estaba embarazada. Es mi culpa. No pude resistir esos hashtags de Instagram: #30weekspregnant #babybump. ¡Y qué estúpida fui!, incluso hice clic una o dos veces en avisos de indumentaria para embarazada que aparecían en Facebook.

Seguramente vieron mi publicación donde expresé mi agradecimiento de corazón a todas mis amigas que vinieron al baby shower, y la cuñada que viajó desde Arizona para el baby shower y que me etiquetó en las fotos. Seguramente me vieron googlear “vestidos de fiesta para embarazadas” y “pintura no tóxica para cuna de bebé”. Y seguramente Amazon les dijo mi fecha de parto, 24 de enero, cuando creé un registro en Amazon.

¿Pero no me vieron también googlear “¿éstas son contracciones de Braxton Hicks? ¿Acaso no vieron los tres días de silencio, poco habituales para un usuario frecuente como yo? ¿Y luego el anuncio con palabras claves como “con el corazón roto”, “problema”, “muerte fetal” y los 200 emojis con lágrimas de mis amigos? ¿No pudieron rastrear eso?

Cada año 26.000 bebés nacen muertos en Estados Unidos, y millones más en todo el mundo; y díganme cómo son las redes sociales cuando uno finalmente regresa a casa desde el hospital, con las manos más vacías del mundo; después de haber pasado días sollozando en la cama, y levanta el teléfono para tener unos minutos de distracción después del próximo lamento. Es aplastante, tal como era cuando tu bebé todavía estaba vivo.

Exactamente igual. Maternidad. Mamá encerrada. Cada decoración de Etsy que estaba planeando para el cuarto.

Y cuando millones de personas con el corazón roto hacen clic en “no quiero ver esta publicidad” e incluso cuando se responde al “¿por qué?” con un cruel pero real “esto no es relevante para mí”, ¿saben lo que sus algoritmos deciden, compañías de tecnología?

Deciden que has dado a luz, asumen un resultado feliz, te llenan de publicidades del mejor corpiño para amamantar (yo tengo hojas de repollo en mis pechos porque esto es lo mejor que la ciencia médica puede ofrecer para cortar la leche), trucos para que el bebé duerma toda la noche (daría lo que fuera por escucharlo llorar) y los mejores carritos que se adapatan al crecimiento de tu bebé (el mío pesará siempre 1,8 kilos).

Y luego, después de todo, Experian aparece con el golpe más bajo de todos: un correo spam alentándome a que “termine de registrar al bebé” (nunca “comencé”, pero bueno) para comenzar a registrar su crédito a lo largo de la vida que nunca tendrá.

Por favor, empresas de tecnología, se los imploro: si son lo suficientemente inteligentes para darse cuenta de que estoy embarazada, de que he dado a luz, entonces seguramente son lo suficientemente inteligentes para darse cuenta de que mi bebé murió, y pueden mostrarme publicidad que se ajuste a esto, o quizás, tan solo quizás, puedan no mostrarme nada en absoluto.

aetc