Foto: Daniel Perales Aseguraron que no han recibido apoyos económicos, ni la certeza de que los inmuebles serán reconstruidos  

Hace un año, durante el sismo de magnitud 7.1 que se registró en la Ciudad de México, los edificios donde trabajaban Xóchitl y Enrique se desplomaron; desde entonces, han salido a laborar a las calles, ya que aseguraron que no han recibido apoyos económicos, ni la certeza de que los inmuebles serán reconstruidos.

Aquel martes 19 de septiembre de 2017, Xóchitl perdió más que su hogar –ubicado en la calle Galicia, colonia Niños Héroes, delegación Benito Juárez–, pues su madre no alcanzó a salir cuando el edifico se empezó a desplomar. Además, en ese inmueble, tenía una estética donde por más de nueve años cortó el cabello a los vecinos de la zona.

A 12 meses del temblor, la mujer, de 45 años de edad, colocó –afuera de los tapiales de madera que se colocaron alrededor del predio luego de la remoción de escombros del inmueble donde vivía– una sombrilla y dos bancos para continuar con su oficio.

“Día con día vengo aquí a cortar el pelo a los vecinos, con el recuerdo que alberga en mi mente del colapso de mi hogar(…). No me voy de aquí porque aquí está mi clientela, he buscado trabajo en otro lugar, pero ya nadie me quiere contratar por la edad”, dijo a 24 HORAS.

Ésta situación también la vive Enrique Alcántara, quien, en la misma demarcación, pero en la colonia Narvarte Poniente, instaló sobre la calle Concepción Béistegui, un campamento donde habita y plancha ropa; casi enfrente del lugar en el que estaba el edificio que albergaba la tintorería en la que trabajaba.

“Varios políticos, funcionarios públicos y asociaciones, vinieron y me dieron la mano. Me prometieron que me iban ayudar, pero véame, aquí estoy en la banqueta; viviendo y trabajando”, mencionó el damnificado.

En entrevista para 24 HORAS, el hombre, de 60 años de edad, dijo que ha perdido la esperanza de que las autoridades reconstruyan el edificio en el que vivían él y su hijo.

“Por ello, no me queda más que trabajar en estas condiciones, hasta que Dios me preste vida, si he de estar aquí lo que me reste de vida, lo haré, pero nada me haría más feliz que antes de morir, ver de nuevo mi tintorería funcionando y tener un techo donde dormir”, afirmó.

LEG