Todos vimos el video del repartidor de Marinela que le roba unos panes a su cliente. Imposible no sentir indignación ante ese abuso, viralizado y castigado públicamente por Bimbo tan sólo unas horas después con el despido del trabajador y un comunicado. ¡Ah, la justicia existe! Y a lo que sigue.

Pero lo que siguió es el escándalo de que desde la detención de Javier Duarte, en julio de 2017, la PGR no logró reunir los elementos suficientes para acusarlo por el delito de delincuencia organizada, así que reclasificó la acusación como asociación delictuosa.

El ex gobernador de Veracruz, emblema del nuevo PRI cuando ese partido todavía se atrevía a presumir algo y gran desfalcador de las finanzas públicas de un estado que no alcanzó a anticipar tanta malicia en un personaje tan sonriente, se acaba de ganar una potencial reducción de su pena y quizá, incluso, aunque la PGR diga que no todavía esta tarde del 22 de agosto, librar el juicio lejos de la prisión preventiva.

De los 20 a 40 años que amerita el delito de delincuencia organizada, ahora se enfrenta a cinco o 10 por asociación delictuosa. Una asociación por demás productiva: según los 82 datos de prueba que se presentaron en su contra, durante poco menos de cinco años se desviaron 438 millones de pesos que pertenecían al pueblo que lo eligió. De cuando el pueblo todavía elegía al PRI.

Es de ingenuos pensar que la ley y la justicia operan como en los libros que leímos en la Facultad de Derecho, como lo habrían deseado los clásicos romanos o los modernos ingleses. La ley y el orden inspiran series de televisión en las que ganan los buenos, pero en la realidad viven en el Estado y se alojan en las instituciones del Gobierno. Y cuando se trata de uno que ya cuenta los días para irse a casa y olvidar estos seis años de pesadilla, poco importa incluso con qué imagen pública se retirará. ¿Qué son dos puntitos menos de aprobación?

La PGR se convirtió durante este sexenio es una sucursal más del Ejecutivo, hizo desde imponer una verdad histórica sobre la dolorosa desaparición de los 43, hasta operación electoral para destruir la candidatura de Ricardo Anaya. Ayer, Enrique Peña Nieto se mostró cansado en la entrevista con Denise Maerker: “Resulta que el Presidente está tan acotado por supuestos conflictos de interés que no puedes hacer nada”, le dijo a la comunicadora. Más bien hizo mucho, pero al revés.

El caso de Javier Duarte tendrá que ser ejemplar. Un buen expediente para poner a prueba en el sexenio que viene aquella máxima de que al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie. La justicia es un reclamo popular que explica en parte el altísimo grado de votación por Andrés Manuel López Obrador. Tiene que existir. Con el robo de “panquecitos” y de “millonsotes” porque si no, ¿a dónde vamos a parar?

@guerrerochipres