Aunque en su momento fue festejada como una reforma incluyente, el cambio de los estatutos del PRI para permitir una candidatura presidencial ciudadana le pasó una factura muy cara.

La síntesis de lo anterior la hizo muy a su estilo el coordinador de la bancada tricolor en el Senado, Emilio Gamboa Patrón:

Se nos fue mucha gente a Morena, no tuvimos la posibilidad de meterlos en las listas. 

Nuestros estatutos –nos metimos un balazo en el pie, sin duda alguna– hay que revisarlos de nuevo’’, dijo.

En agosto de 2017, 520 delegados del PRI aprobaron a mano alzada, en Campeche, la modificación de los estatutos del partido para que pudiera ser postulado un “ciudadano simpatizante’’.

Los priistas eliminaron en la misma sesión el requisito de 10 años de militancia para quienes quisieran ocupar un puesto de elección popular.

Antes, en marzo de 2013, habían eliminado el requisito de haber ocupado un cargo de elección popular para quienes pretendieran ser gobernador o Presidente.

La desaparición de los requisitos, impuestos por los priistas al gobierno de Ernesto Zedillo para evitar que los “tecnócratas’’ les arrebataran el control, fue ordenada desde la casa presidencial.

Y tenía dedicatoria.

Vistos los resultados de la elección del pasado domingo, en el PRI ahora le dan la razón a quienes se opusieron a tal reforma.

No sólo resultó un ejercicio inútil, sino que alejó a los priistas de a pie que fueron sustituidos por nuevos cuadros –lo que ello signifique- en la mayoría de los estados.

Ahora dice el presidente de lo que queda del PRI que serán una “oposición responsable’’.

Lo dijeron igualmente en 2000, luego de perder la Presidencia con Vicente Fox.

Lo deseable es que sean eso, una oposición responsable, porque por los números que tienen ahora parece que se quedarán en una oposición testimonial.

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También en Quintana Roo, los candidatos de Morena le arrebataron el control de importantes municipios a la coalición PAN-PRD.

Laura Beristain ganó la presidencia municipal de Playa del Carmen, cuna política del gobernador Carlos Joaquín y que por años permaneció en manos de los partidos rivales.

El efecto de la candidata al Senado, Marybel Villegas, y la marca López Obrador facilitaron al resto de los candidatos ganar los cargos por los que competían.

Villegas será la primera senadora no priista del estado; Beristain logró el mayor número de votos en la historia de Playa del Carmen que, junto con Cancún -que también ganó Morena con Mara Lezama-, concentra la mayor captación de divisas por el turismo en el país.

Morena también ganó la capital de Chetumal; en resumen, sumando los triunfos en los municipios, el partido de López Obrador gobernará a 85% de la población de Quintana Roo y el resto de los partidos que postularon al hoy gobernador.

Igualmente Morena se hizo de las cuatro diputaciones federales.

Y es que a dos años de su gobierno, tal parece que la población no le perdona a Carlos Joaquín el incumplimiento de sus promesas de campaña –la detención de Roberto Borge no trajo pavimento, ni nuevas escuelas ni hospitales-, y algunos sonados casos de probable corrupción como en el que se vio envuelto el presidente del Congreso local, Eduardo Martínez, acusado por la hoy senadora electa Villegas de haber gastado 100 millones de pesos sin comprobante alguno.