El festival musical que se celebró este 2 de junio en Valle de Bravo toma su nombre de la palabra náhuatl “calpulli” (casa grande), que representa una unidad social, a un grupo de personas que se consideran emparentadas por antepasados lejanos: dioses, y forman una familia. Algo que ocurrió ese día con los cuatro mil asistentes que formaron una congregación a través de la música.
Artistas internacionales llegaron desde Colombia para avivar el ambiente con su sonido latino que suena ya en todo el mundo. Balvin agitó al público con su éxito Mi gente, que en alguna ocasión cantó al lado de Beyoncé con el fin de recaudar fondos para los afectados por los huracanes en Puerto Rico y en las islas caribeñas y para los damnificados del sismo del 19-S en México.
El nivel de producción estaba a la altura de otros como Coachella y Burning Man, incluso recibiendo a los miles de jóvenes con Ilumina, instalación artística de este último. Las esculturas mexicanas dominaron las extensas áreas verdes: calaveras y catrinas de todo tipo, desfiles que celebraban el Día de Muertos, eminencia entre las festividades mexicanas.
El propósito del festival estaba claro: restaurar una escuela en el poblado de Casas Viejas en el municipio de Valle de Bravo. “… Llegando a la meta podremos tener el dinero para hacer este colegio que tanto se necesita en esta comunidad”.
Un grupo de jóvenes emprendedores buscan contribuir y ayudar a su sociedad. “Vemos un México con profundas diferencias, en el que nosotros hemos sido bendecidos con oportunidades que mucha gente en nuestro país no tiene”.
Para cerrar en grande, la legendaria agrupación australiana Empire of the Sun tomó el escenario para hacer vibrar al público que vestía de blanco, ataviados al unísono de un color que para ellos representa paz y les aportaba pureza, en un festival lleno de buena vibra y que ayudó a profundizar en el tema de la colectividad.