Andrés Manuel López Obrador ya demostró que es un peligro para él mismo.

 

A semanas de que comiencen las precampañas, el tabasqueño tuvo la mala ocurrencia de anunciar que estudiaba una “amnistía’’ para los narcotraficantes, “siempre y cuando las víctimas estuvieran de acuerdo’’.

 

¿Qué víctima del narco estaría dispuesta a perdonar con tal de “garantizar la paz del país’’?

 

¿A la que le secuestraron un hijo, una hija, un esposo, el hermano, el tío, el papá? ¿A la que tiene que pagar derecho de piso? ¿A la que le robaron un rancho, su casa, su patrimonio?

 

El tabasqueño parece no tener idea de que las amnistías se conceden a quienes luchan por una causa social, no a quienes utilizan el terror para obtener millonarias ganancias manchadas con sangre.

 

La declaración del dueño de Morena, sin duda, se trató de una ocurrencia, porque no creemos que sea seria ni que sus asesores, que los tiene, le hayan sugerido el tema “para posicionarse’’.

 

Hasta ahora, todas –y todas son t-o-d-a-s- las encuestas lo colocan en el primer lugar de la intención del voto de cara a la elección presidencial de 2018.

 

Así comenzó en 2006, arriba de Felipe Calderón, por siete puntos en promedio (enero de ese año) y por más de 15 por encima de Roberto Madrazo Pintado.

 

Algo le sucedió en el camino que terminó perdiendo esa elección apenas por 0.52%, menos de un punto porcentual.

 

¿Repetirá AMLO la misma historia esta vez, la tercera en la que busca la Presidencia, por ocurrencias como la de la “amnistía’’?

 

¿Qué no habrá alguien en su equipo que le diga que la regó, que también se puede equivocar, pero que se puede disculpar?

 

Un país agraviado por la delincuencia organizada, sobre todo los cárteles de la droga, no está pensando en amnistía, sino en justicia.

 

 

 

José Antonio Meade cumplió con el ritual sexenal en el PRI.

 

Recibió su constancia como candidato presidencial único, acompañado de varios miles de acarre…, perdón, de militantes tricolores que acudieron a arroparlo.

 

Allí, Meade se estrenó como orador en su calidad de precandidato y arrojó la primera piedra al que el tricolor ve como el rival a vencer –en espera de que esta semana el Frente Ciudadano por México oficialice el nombre de su candidato presidencial-:

 

“Apostamos por la experiencia y no por la ocurrencia; por el conocimiento y no por el enfrentamiento; por la preparación y no por la improvisación. Creemos en los programas y no en los caprichos; en las instituciones y en la ley y no en las profecías. Las revelaciones no pueden sustituir el esfuerzo, la preparación y el trabajo. Creemos en el hambre de servicio, no en el hambre de poder”, dijo.

 

Y luego dijo que el PRI está del lado de las víctimas y no de los victimarios.

 

Nomás le faltó agregar la típica frase de Paquita la del Barrio: ¿me estás oyendo…?

 

 

 

 

La delegada de Tlalpan, que trabaja de candidata de Morena a la Jefatura de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, rindió su Segundo Informe de Gobierno, pospuesto por los sismos de septiembre pasado.

 

¿Sabe qué informó? ¿No? Pues eso fue lo de menos.

 

Lo importante era hacer bola y demostrar, que pese a todo lo que se dijo en su contra, sus omisiones después del sismo del 19 de septiembre y otras cosas, ella es la elegida por el dueño del partido.

 

Haiga sido como haiga sido.