Cuando el fin de semana pasado, el Rey y el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, fueron abucheados por unos exaltados independentistas cuando acudían a la manifestación contra el atentado terrorista de Barcelona, muchos catalanes no podían creer lo que estaban viendo. En realidad, ni muchos catalanes ni la mayoría de las personas de bien.

 

Hace dos semanas, unos descerebrados acabaron con la vida de 16 personas. Lo hicieron en nombre de Alá y en el suyo propio en la barbarie de la precocidad por la captación de mentes pueriles, pobres y podridas. Hace dos semanas, unos alocados yihadistas asesinaron a 16 personas en un acto terrorista en Las Ramblas de Barcelona.

 

Quince días más tarde, una miríada de gente se manifestó en Barcelona para decirle un “basta ya” al terror. Entonces encabezaron la marcha el Rey y Rajoy, y también entonces unos exaltados independentistas quisieron abortar la marcha.

 

Pero, con lo que ha pasado en Barcelona, ¿todavía estamos para aventuras independentistas? ¿No se han dado cuenta que es ahora cuando tenemos que estar más unidos? Pues parece que no, porque, a pesar de los pesares, a pesar de las angustias vividas, dice el Presidente catalán, Carles Puigdemont, que por supuesto Cataluña se separará. Seguirá ayudando a los heridos, continuará llorando a sus muertos e implementará todas las medidas necesarias para que no vuelva a ocurrir un atentado. Sin embargo, para el Presidente catalán eso no tiene nada que ver con los afanes secesionistas.

 

Si un atentado tan cruel como el vivido hace dos semanas en Barcelona no frena una idea tan anacrónica como es sacar las urnas a la calle -de manera ilegal- para saber si unos cuantos quieren separarse de España, no parece que vaya a pararlo nadie. Ni siquiera la propia Guardia Civil, a la que no le quedaría más remedio que actuar en caso de que llegue a celebrarse ese referéndum ilegal.

 

El próximo 1 de octubre podría haber referéndum, aunque sea ilegal. En todo caso lo habría. Sólo saldrían tres a votar, aquéllos que quieren la independencia. Nadie más le va a hacer el juego a los separatistas. Puigdemont ya dijo que aunque ganen por un voto, en 48 horas proclamarían la independencia unilateral de Cataluña.

 

En el fondo son sueños guajiros soñados por un Juan Camaney en forma de Carles Puigdemont que parece aún más locuaz que los terroristas de la Ciudad Condal.

 

caem