La economía venezolana, que ya venía de un año de severo retroceso, ha cruzado un primer semestre de 2017 arrastrando malas noticias a las que se suman las protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro que han sido más que un símbolo.

 

Ni la nueva familia de billetes de mayor valor nominal ha alcanzado a circular en la cantidad necesaria, ni el precio del barril petrolero logró el repunte esperado con el recorte de 1.5 millones de barriles de la producción mundial como el gobierno de Maduro esperaba para poder sortear la presión popular.

 

Además, las reservas internacionales alcanzan sus niveles más bajos en una década y la inflación sigue galopando.

 

A medida que la crispación política se acrecienta con las protestas callejeras contra el gobierno “bolivariano”, que han dejado 44 muertos y miles de heridos, la economía del país petrolero se resiente y la producción interna sigue estancada.

 

El presidente Nicolás Maduro acusó a la oposición de desatar la ola de protestas contra su gobierno para obstaculizar la recuperación de la economía, que según él, se materializaría en el primer semestre del año.

 

Además, todavía sigue en debate el desempeño económico en 2016, debido a la falta de cifras oficiales.

 

Cálculos independientes señalan que el retroceso económico fue superior a 10 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y la inflación superó 700 por ciento.

 

El economista Asdrúbal Oliveros, de la firma Ecoanalítica, dijo que el grupo está revisando sus expectativas para 2017 y señaló que la contracción podría elevarse de cuatro a siete por ciento a fines de este año.

 

“Esta semiparalización de la economía por la crispación política puede agravar la contracción”, dijo a Notimex.

 

El gobierno basó su apuesta para este año en el acuerdo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y los que no pertenecen al cártel para alcanzar un repunte de los ingresos del país. Esperaba que el barril llegara a cerca de 70 dólares, pero el promedio para el año alcanza apenas 44.

 

Igualmente, las reservas internacionales han caído para colocarse apenas por encima de 10 mil millones de dólares, un monto preocupante, debido a las necesidades de divisas que tiene Venezuela y los compromisos de pago de la deuda externa para fines de 2017.

 

El economista y diputado José Guerra advirtió que el país se queda sin dólares por la caída de los ingresos petroleros, el pago de la deuda y los gastos que necesita hacer para mantener en marcha procesos productivos.

 

“El país se queda sin dólares. Todo lo que ingresa es para pagar la deuda externa. Ni lo básico se puede importar”, advirtió el economista en un estudio presentado en la unicameral Asamblea Nacional.

 

El país pagó un total de dos mil 904 millones de dólares en abril pasado por concepto de deuda externa y ahora debe enfrentar pagos similares en octubre, lo que hace que siga revoloteando sobre la economía la posibilidad de un default.

 

Aunque Maduro ha dado muestras de querer evitar un posible impago.

 

Guerra presentó este mes una estimación de la inflación y dijo que la tasa acumulada en los primeros cuatro meses de 2017 superaba el 90 por ciento.

 

Esto acompañado por el persistente desabastecimiento de bienes de consumo masivo, incluso de producto de mayor demanda popular como el pan.

 

El gobierno intentó en diciembre pasado sacar de circulación, de golpe, el billete de 100 bolívares, entonces el de mayor demanda, pero sin haber recibido la nueva familia de papel moneda mejor adaptada para la inflación.

 

Debido al caos que se creó, incluyendo el estallido de protestas, el mandatario tuvo que alargar la vida legal del billete cada mes hasta este 20 de mayo, cuando se espera una nueva prórroga.

 

El gobierno y la banca privada siguen sin concretar el ajuste de los cajeros automáticos para que entreguen los nuevos billetes, que tienen montos de hasta 10 mil y 20 mil bolívares, comparados con la anterior familia, cuyo papel de mayor valor era el de 100 bolívares.

 

Esta semana Maduro firmó la extensión del Decreto de Estado de Excepción y Emergencia Económica, vigente desde enero de 2016, esta vez asumiendo facultades para adoptar “las medidas urgentes, contundentes, excepcionales y necesarias”.

 

Entre ellas destacan el “Diseñar y Ejecutar Planes de Seguridad Pública que hagan frente a las acciones desestabilizadoras”.

 

El decreto faculta a Maduro para restringir garantías constitucionales que siempre fueron el orgullo del gobierno bolivariano.

 

Las medidas aplicadas con el decreto no muestran resultados tangibles para una mejora económica, después de 16 meses.

 

El gobierno de Maduro tampoco ha podido echar a andar un sistema de subastas para determinar una segunda tasa de cambio más realista, dentro del control cambiario que tiene 14 años de vigencia.

 

Mientras, el control cambiario tiene una tasa irreal de 10 bolívares por dólar y otra de 720 bolívares, que sigue esperando un nuevo sistema de fijación de la paridad.

 

A la par, el cambio en el mercado negro superó esta semana los cinco mil bolívares por dólar.

 

aarl