Conocido como “el poeta maldito” porque a través de su poesía logró ver en la humanidad la decadencia del ser, en una belleza misteriosa y no descubierta, Charles Baudelaire, el máximo representante de la escuela simbolista, nació el 9 de abril de 1821, en París, Francia.

 

 

De acuerdo con la crítica especializada, el autor de “Las flores del mal” y “Paraisos artificiales”, destacó por ser poseedor de un estilo clásico de la forma y su gran habilidad para encontrar la palabra perfecta y trasladarla al papel.

 

 

En su obra lo más significativo es que se puede encontrar la descripción de todas las experiencias humanas, desde las más sublimes hasta las más sórdidas, destaca el sitio especializado en literatura “El poder de la palabra”.

 

 

Baudelaire recibió una educación alejado de su padre Joseph Francois Baudelaire, quien era un taxidermista, dibujante, pintor y funcionario público; y su madre Caroline Archimbaut-Dufays, de origen inglés, pero de padres franceses.

 

 

Aunque fue su padre quien lo inició al estudio de las letras, y su madre en el aprendizaje del inglés; fue la empleada doméstica quien se encargó del infante, dejándole un sentir enorme que se puede vislumbrar en su poesía de las “Flores del mal”.

 

 

Baudelaire vio la muerte de su padre a la edad de seis años, y con ello, un cambio de vida. Se sabe que tras el fallecimiento de su padre, su madre se volvió a casar, ahora con el general Jacques Aupick, al parecer por conveniencia.

 

 

Baudelaire, quien odiaba a su padrastro, acabó internado en el College Louis-le-Grand, donde permaneció dos años y obtuvo su título de Bachiller superior, y de donde por razones desconocidas fue expulsado, según el sitio “Buscabiografias.com”.

 

 

A la edad de 19 años se matriculó en la Facultad de Derecho, y comenzó a conocer el ambiente literario en el Barrio Latino, donde hizo amistad con los poetas Gérard de Nerval, Charles Agustin Sainte-Beuve, Theodore de Banville, Honré Balzac y Louis Ménard.

 

 

Su juventud es conocida por los altercados y excesos que tuvo, pues la relación con su familia fue cada vez más conflictiva ya que desaprobaba sus excesos y vida bohemia.

 

 

Baudelaire frecuentaba prostíbulos, lugar donde conoció a una prostituta y musa a la vez de nombre Sarah, quien era calva y tenía la vista torcida, pero a quien el poeta le dedica una poesía en “Las flores del mal”.

 

 

Ante su desordenada vida, fue enviado a Burdeos, a los Mares del Sur, cuyo destino era Calcuta; sin embargo. al llegar a la isla Mauricio, Baudelaire, interrumpió su viaje y regresó a París, donde conoció a una bella joven mulata de nombre Jeanne Duval, quien se convirtió en una de las más grandes inspiraciones para su poesía.

 

 

A partir de 1845, Baudelaire comenzó una carrera como crítico de arte, una de sus críticas más afamadas fue la de “Le salon” y un año después pública “Le salón”, la cual llevó a la fama al pintor Delacroix.

 

 

Buena parte de su trabajo como crítico se centró en las “Curiosidades estéticas” y “El arte romántico”; asimismo, fue pionero en la crítica musical, donde destacó la opinión favorable a la obra de Richard Wagner, a la que consideró como la síntesis de un arte nuevo, destaca el sitio “Biografiasyvidas.com”.

 

 

Sin embargo, en el campo donde más se destacó fue en la poesía, en 1857 publicó “Las flores del mal”, los cuales eran considerados como ofensas a la moral pública y a las costumbres, situación que lo llevó a ser procesado.

 

 

Ante la impetuosidad burguesa por querer callar sus pensamientos, Baudelaire siguió escribiendo “Pequeños poemas en prosa” y “Los paraísos artificiales”, los cuales fueron publicados por el diario “Le Figaro”.

 

 

En 1864 viajó a Bélgica en búsqueda de trabajo como conferencista, pero al no tener éxito, Baudelaire escribe un panfleto “¡Pobre Bélgica!”.

 

 

Al año siguiente, la sífilis comenzó a causarle estragos, primero parálisis, afasia y hemiplejia, mismas que lo llevaron a la muerte, en agosto de 1867. Sus restos fueron enterrados en el cementerio de Montparnesse, al lado de su padrastro.

 

 

Con su muerte, la literatura reconoció en Baudelaire al padre de la poesía moderna, al precursor del simbolismo y el padre espiritual del decadentismo.