PARÍS. La candidata demócrata, Hillary Clinton, podría estar haciendo ya la mudanza a la Casa Blanca si dependiera de lo que dijo hoy la urna del mítico bar parisino Harry’s, donde votan los estadunidenses, de manera ficticia, desde hace más de noventa años.

 

“Hilary Clinton 404, Donald Trump 150”, se leía en el cristal de la entrada y en el espejo sobre la barra principal de este bar abierto en 1911 en el barrio parisino de Ópera.

 

Desde 1924 -con un paréntesis en 1940 y en 1944 debido al cierre del bar durante la Segunda Guerra Mundial-, este punto de encuentro de estadounidenses, turistas curiosos y expatriados nostálgicos organiza un voto extraoficial cada cuatro años.

 

“En 1924 había estadunidenses en París que no tenían derecho a votar y el dueño del bar entonces tuvo la idea de hacer unas elecciones de broma“, dijo a Efe el director de Harry’s, Alain Da Silva.

 

De los 21 comicios realizados simultáneamente a los reales desde entonces, solo ha habido dos que no coincidieron con el resultado final: en 1976, cuando Ford perdió contra Carter y en 2004, cuando Kerry perdió contra Bush.

 

“Las elecciones de este año son un poco especiales” dijo Da Silva, “es un poco anacrónico porque los electores nos dicen que no les gusta ninguno de los candidatos, y en cambio han votado más que en años precedentes”.

 

Apenas unas horas antes del cierre de la urna, Vicky Gerber posaba su “Bloody Mary -rebautizado como “Bloody vote” para la ocasión- para ejercer su voto en el Harry’s.

 

Esta estadunidense del estado de Florida, que esperó tanto para votar en el mítico bar, aseguró a Efe que ya hacía mucho tiempo que había enviado su voto por correo, el de verdad, a Estados Unidos.

 

Preguntada por su candidato predilecto, Gerber respondió: “Hillary, ¿quién si no? La otra opción sería peligrosa para el país”.

 

Además del “Bloody vote”, la carta de cócteles del bar, hoy expectante y lleno de gente, ofrecía también copas de “Hillarious” y vasos de “Trumpete”.

 

Al otro lado del Sena, estos días el restaurante Breakfast in America, fundado por un estadounidense que echaba de menos desayunar en la barra, se tomaba las elecciones también con humor.

 

En la pizarra que anunciaba las hamburguesas, especialidad de la casa, destacaban dos especiales, la “Hillary’s” y la “Trump’s”.

 

La de la candidata demócrata estaba cubierta de jalapeños porque, según contó a Efe una de las camareras, Clinton declaró en una ocasión que siempre llevaba un bote de tabasco en el bolso.

 

La hamburguesa del candidato republicano estaba servida con un “muro de nachos”.

 

Cada pedido se iba anotando en la pizarra, y allí, en el Breakfast in America, Clinton también ganó las elecciones ficticias.
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