Dirán ustedes: ¿qué demonios tiene que hacer Juan Gabriel en el Macanazo? Acepto que no mucho, que no era de vida o muerte hablar de él; es más, ni siquiera sé si Juan Gabriel manejaba o le gustaban los autos, lo que sí sé es que hace poquito había comprado un avión… ¿funciona?
 
Lo siento, quise subirme al tema de moda, aprovechar este espacio para hablar de él y es que yo, a diferencia de Nicolás Alvarado, Director de TV UNAM quien ya expresó su desagrado por el Divo de Juárez, he disfrutado mucho mi vida musicalizada, en gran parte,  por Juanga, y a diferencia de Elenita Poniatowska -que fue la primera en entrar al aire a hablar de él-, yo sí sabía que cantó dos veces en Bellas Artes.
 
También sé que estuvo en la cárcel, que era priista, que la pelea entre él y Rocio Durcal fue por culpa de Junior, el esposo de ella, que le decía mamá a la Prieta Linda y que era el más chiquito de 10 hermanos, de los cuales cinco de ellos murieron al nacer.
 
¿Saben qué se también? Que tenía gusto por los autos antiguos, tanto que en la  portada de su penúltimo disco, Los Dúo 2, Juan Gabriel optó por salir manejando un bello Chevrolet Bell Air 1956 color baby blue con un maniquí como copiloto. En el interior del disco Juanga está sobre el cofre del auto y en otra foto está con la puerta abierta, como despidiéndose antes de emprender un viaje.
 
Queriendo encontrar más sobre Juan Gabriel y los autos, me topé con que en Acapulco algunos automovilistas pintaron en sus coches  el nombre del cantante mexicano en honor a su legado –no sé en qué honra esto a Juan Gabriel–, pero los habitantes del puerto mencionado en Amor eterno decidieron rendir homenaje de esa manera.
 
Por eso le digo, esta semana no hay otros temas, sólo interesa lo referente al cantante, al más grande como dicen en la tele junto con otros lugares comunes. Estos días todos los caminos llevan a él, a Juan Gabriel, al que todavía no sé por qué crecí considerando parte de mi familia.