América no sólo perdió un partido,  perdió en velocidad, perdió en voluntad, en deseos, en ideas, en lo estratégico, en aplicación y, lo más importante de todo, perdió en el orgullo, en el honor y la dignidad. Y como para todo hay formas, también hay formas de perder,y las de América dejaron mucho que desear.
 
Uno de los Clásicos más desnivelados en todo, desde los pronósticos que establecían que en Coapa se jugaba mejor colectivamente y se contaba con más argumentos individuales que pasaban por la calidad y la personalidad, hasta lo que vimos en el terreno de juego.
 
Costará trabajo encontrar un partido tan desigualado; quizá tendríamos que retomar ese 5-0 que le acabó costando el trabajo a Ricardo LaVolpe, fórmula que muchos esperan se repita con Ignacio Ambriz, aunque francamente no creo que suceda.
 
Mucho que pensar y replantear, pero no dejarse llevar por los impulsos que pueden generar un resultado así tanto a favor como en contra.
 
Puedo entender que apenas terminando un partido, las ideas y las reflexiones no sean las más adecuadas o apegadas a la realidad, y en este sentido cabe lo expresado por Matías Almeyda, quien declaró que a él le importaban más los mexicanos que a los propios nacidos en este país.
 
Diría que estamos muy lejos de aquellas épocas de conquista (menos en términos sentimentales) y de las épocas donde se vendían cualquier cantidad de “espejitous” en este país, ¿recuerdan? No, la cosa no va por ahí, no cabe abrazarse a la bandera aprovechándose de un gran momento, aunque muchas veces parezca que a los directivos les viene de maravilla esta frase, se fue muy lejos, además, en Chivas hay muchas cosas que resolver deportivamente, si bien es cierto esta victoria será una gran plataforma anímica y deportiva para ver el futuro con otros ojos, cierto también es que una golondrina no hace verano y que gran parte de la misión es establecer cierta tendencia en funcionamiento y resultados, así que todo con medida, y en esto de medir también cabe la reflexión de Ignacio Ambriz: “Vamos bien en la Copa”, dijo. ¿De veras? ¿Pierdes un Clásico de manera humillante y entre tus pensamientos se atraviesa el impopular (por decir lo menos) Torneo de Copa? No, aquí cabría más prudencia y con transmitir dolor y vergüenza bastaba. No hacía falta decir nada más que ofrecer la disculpa y tratar de explicar tácticamente lo que sucedió para que fueran arrollados en todos los aspectos que forman parte de un juego.
 
Ambos tienen tareas pendientes, aunque uno de ellos probablemente con la cuenta regresiva echada a andar.