Los tapones de basura en el drenaje sí provocan inundaciones, pero ése es sólo un factor.

 

Otras causas son: el drenaje insuficiente, la ubicación inadecuada de una zona habitacional, los hundimientos diferenciales y las llamadas lluvias “atípicas”

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Estudios universitarios han documentado que cada vez hay más lluvias torrenciales en la Ciudad de México. Ésas, a las que las autoridades llaman “atípicas”, con el ánimo de echarle toda la culpa al clima y no asumir su responsabilidad.

 

Conozco algunas de esas investigaciones al respecto, pero he revisado de forma más minuciosa una que abarca todo un siglo y que fue realizada por el ya fallecido Ernesto Jáuregui Ostos, del Centro de Estudios de la Atmósfera de la UNAM.

 

El investigador y su equipo dieron seguimiento a varios factores del clima en la Ciudad de México durante todo el siglo XX. Y más hacia atrás, incluso en la época prehispánica.

 

En su estudio se observa cómo, conforme crece la mancha urbana y el cemento y el asfalto ganaron terreno a las áreas verdes, se incrementó el número de aguaceros en la capital del país, por lo que cada vez resultan más frecuentes. Tal vez no son cotidianos, pero sí comunes.

 

Durante siglos las características generales del clima, en cuanto a su estacionalidad, no han cambiado, explica la investigación: sigue observándose una estación de lluvia y otras secas, dice.

 

No obstante, explica el estudio, la tala de los bosques de la CDMX y la creciente urbanización han modificado la temperatura, la humedad e, incluso, la lluvia.

 

Por ejemplo: en la década de los cuarenta se registraba, un promedio de cuatro lluvias torrenciales al año, mientras que “en los ochenta, se quintuplicaron”. Ya estamos hablando de 20 aguaceros por año.

 

Con esos datos y el resto del estudio, se puede concluir que cada vez hay más posibilidad de inundaciones en la cuenca.

 

Y es ahí en donde el conocimiento puede ayudar a los servidores públicos que quieran utilizarlo para hacer bien su trabajo.

 

Por ejemplo: en materia de Protección Civil se pueden actualizar programas realizados bajo otros estándares y con otros datos; en materia de construcción, se pueden permitir, o no, determinado tipo de vivienda en distintas zonas y evitar saturación de drenajes, con unidades habitacionales o zonas comerciales, en donde el sistema ya está a tope.

 

Por eso en el Ajusco debió prohibirse el levantamiento de vivienda desde hace años y sancionar hasta con cárcel a quien la permitiera y la promoviera. Pero no sucedió así. Hasta surgió al lado de los letreros de “prohibido construir”, la colonia Solidaridad, con calles como la Manuel Camacho Solís.

 

Negligencia

 

Y si no se quiere actuar con base en los estudios que están a la mano de todos los ciudadanos, es conveniente que comiencen a asumir las consecuencias.

 

Y aquí es en donde regresamos al principio de la columna: los tapones de basura en el drenaje sí provocan inundaciones, pero sólo determinado tipo de anegaciones.

 

Toda el agua de la Ciudad de México es sacada por los mismos tubos (insuficientes y que han perdido inclinación, además de que algunas zonas están fracturadas por los hundimientos). El agua del drenaje, el agua que cae de la lluvia en la zona urbana y en las montañas que rodean la metrópoli, así como el agua de los ríos, que aún bajan del Iztaccíhuatl o Magdalena Contreras, es desalojada por esa red.

 

Si la autoridad conoce esos datos, sabe que hay zonas en donde ya no debe permitir construcción de vivienda o cualquier tipo de desarrollo para no lamentar las anegaciones como las que se vivieron en algunos lugares la semana pasada.