Vivimos una historia fantástica donde la lógica no había encontrado su sitio; estaba fuera de lugar.

 

Nos permitieron soñar con el maravilloso mundo del deporte donde todo es posible; donde los deseos se imponen a los presupuestos; donde el ímpetu vence a la experiencia y el impulso a la calidad.

 

Sin embargo todo se derrumbó después de trece minutos; la realidad nos despertó a cachetadas haciéndonos entender que esa clase de historias, como aquella de Grecia en el 2004 no se repiten tan seguido; que si bien caben los capítulos capaces de  sorprendernos y hacer más interesante la trama, la historia tiene casi siempre el mismo final, ese que contiene mayores dosis de realidad que de ficción.

 

Por un momento todos fuimos islandeses, todos aplaudimos y nos vestimos de azul. Fuimos  gutierresson, gomesson, velasquesson, gurwitzsson. Nos hicimos fans. Aplaudimos y festejamos con ellos y por ellos.

 

Pero Francia fue cruel y despiadado poniendo un manotazo sobre la mesa exageradamente temprano. Fue finalmente el equipo que su gente quiere: agresivo, contundente y capaz. Adoptó por primera vez en el certamen su condición de favorito, y como tal, requería marcar las enormes distancias que separan a una potencia de este deporte con un equipo que había mostrado orden y un corazón digno de vikingo capaz de pelear ante el más grande sin temor alguno.

 

Islandia ya está de regreso a casa, pero se van con las maletas llenas de admiración y el reconocimiento del mundo futbolístico, ese que también saluda con honor a Irlanda, Irlanda del Norte y en cierta medida a polacos y eslovacos, pero igualmente mantiene vivo su capacidad de asombro con la fascinante Gales que es perfectamente capaz de batir a Portugal, un equipo hasta el momento gris que poco ha ofrecido tanto en lo individual como en lo colectivo, y sin bien etiquetamos como sorpresiva la presencia de gales en esta instancia, el futbol portugués a nada ni nadie ha convencido, de tal forma que la serie está más abierta que nunca.

 

La otra llave nos ofrece la final adelantada con una Alemania aceitada e inspirada después del primer triunfo en la historia frente a Italia, y que a pesar de recibir críticas por las formas de los 120 minutos, nunca abandono la idea de ganar el juego.