Durante la década de los años setenta, la música para el cine estaba compuesta ya fuera de canciones de la época, con artistas como Simon & Garfunkel, Barbra Streisand, Carly Simon, Donna Summer o los Bee Gees, o bien por scores influenciados por los sonidos electrónicos de Wendy Carlos (en los primeros años) o de la música disco (hacia finales de la misma).

 

Muy pocas eran las orquestaciones que se utilizaban y, por lo general, no tenían la grandilocuencia de las grandes bandas sonoras de la llamada Época de Oro de Hollywood, en la que autores como Alfred Newman, Max Steiner, Bernard Hermann, Elmer Bernstein o Maurice Jarre, por citar sólo algunos, utilizaban prácticamente todos los recursos de las orquestas para crear scores ahora clásicos.

 

Pero justo fue en la década setentera cuando un compositor neoyorquino le devolvió el brillo a las bandas sonoras para el cine, retomando elementos de los antiguos maestros y adaptándolos a su estilo para hacer sonar nuevamente a la orquesta en pleno. Su nombre es John Williams, y el score que reintrodujo las grandes orquestaciones a la pantalla grande fue Star Wars.

 

Para cuando se estrenó la saga creada por George Lucas en 1977, Williams no era ningún desconocido, pues ya tenía en su haber un par de Oscares gracias a su trabajo de adaptación de El Violinista en el Tejado y su icónica composición para Tiburón, de un entonces joven cineasta llamado Steven Spielberg. A partir de entonces, y como reza el dicho, el resto es historia. Williams no sólo ha creado varios de los temas más famosos en la historia del cine (E.T., Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, Indiana Jones, Mi Pobre Angelito, Harry Potter, Parque Jurásico y así ad infinitum…), sino que se ha convertido en uno de los más queridos y respetados compositores de la Unión Americana en su historia contemporánea.

 

El talento de Williams no sólo ha abarcado el cine, sino la pantalla chica y el ámbito del deporte: en los inicios de su carrera fue el responsable de crear los temas de series como Tierra de Gigantes, El Túnel del Tiempo y Perdidos en el espacio, mientras que durante los años ochenta y noventa se encargó de componer temas para diferentes Juegos Olímpicos, mismos que se han convertido ya en parte de la tradición deportiva. Si a eso le sumamos que ha escrito conciertos para flauta, violín, tuba, clarinete, cello, trompeta, oboe y piano, entre otros instrumentos, es más que justificado el reconocimiento que la noche del jueves 9 de junio le otorgó el American Film Institute: el AFI Life Achievement Award.

 

 

la cuarta pared ok

 

 

De tal importancia es el legado que ha dejado Williams que se convirtió en el primer compositor en recibir dicha distinción, la cual hasta ahora estaba reservada a actores y directores. Y es que cinco Oscares, siete premios Bafta, tres Emmy, cuatro Globos de Oro y 22 Grammys se dicen fácil, aunque lo más importante ha sido la trascendencia que ha logrado y que ha llevado gran parte de su trabajo a convertirse en parte de la cultura popular. Es casi imposible no pensar en películas como Superman, Star Wars o Parque Jurásico sin tener en mente la música compuesta por Williams.

 

A sus 84 años, afortunadamente sigue con vitalidad y listo para seguir trabajando, lo cual los cinéfilos de hueso colorado se lo agradecemos, pues su trabajo ha hecho que películas regulares se conviertan en buenas cintas, y que buenas películas se hayan convertido en clásicos. De ese tamaño es el impacto emocional que su trabajo transmite a la audiencia, por lo que el homenaje del AFI es un justo reconocimiento a la persona cuyo trabajo y obra se ha convertido en el soundtrack de la vida de millones. ¡Enhorabuena, Maestro!