La leyenda griega de la espada de Damocles relata, básicamente, que aquellos que llegan a ostentar un gran poder siempre viven con un peligro inminente de perderlo todo, incluida la vida, sobre todo si creen estar en un lecho de rosas, confiados de la fortuna que tienen. Desde hace unos años, esta fábula se aplica a las series televisivas estadunidenses.

 

Y es que hay algo mucho peor y más violento que las batallas presentadas en series como Game of Thrones o Vikingos: la lucha por el rating. En ella no hay tregua ni tiempo para contemplaciones: o se tiene éxito desde el inicio y –más importante aún- se sostiene, o se corre el riesgo de pasar por la guillotina ya no digamos después de una temporada, sino de unos cuantos episodios.

 

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Antes era posible ver series que duraran años, pues la competencia no estaba tan diversificada, pero con jugadores nuevos en el mundo del entretenimiento como Netflix y Amazon, que con sus producciones le han arrebatado un buen espectro de audiencia a las grandes cadenas públicas en la Unión Americana, como ABC, NBC, CBS y FOX, la espada de Damocles pende de prácticamente cualquier show televisivo por muy exitoso que éste sea.

 

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No importa si la crítica las trata bien, o si comenzaron su corrida anual con grandes estadísticas en el gusto del público. Si estas últimas bajan -incluso a niveles que muchas series morirían por tener-, se corre el riesgo de que les llegue la palabra más temida por productores, actores y equipo: cancelada.

 

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Este año ya se han dado a conocer la mayoría de las series que serán renovadas para otras temporadas, así como las que fueron ejecutadas y destinadas al olvido. Entre estas últimas hay títulos que gustaron, que tuvieron un público fiel y que no presentaron números tan malos como para desaparecer, como Agent Carter (una lástima, porque Hayley Atwell era una de las dos superheroínas que había en la otrora llamada pantalla chica), Los Muppets (ni modo, el gusto nostálgico duró sólo una minitemporada), Castle (fuera luego de ocho años al aire), The Good Wife (hace unos años era LA serie), Person of Interest (un estupendo thriller producido por J.J. Abrams que merecía al menos un par de años más), o Minority Report (basada en la cinta de Spielberg, y a la que no le dieron tiempo de posicionarse).

 

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Del otro lado del espectro, de las que seguirán dando de qué hablar cada semana están, por un lado, las series que son pesos completos, aquellas que se han convertido ya en parte de la cultura popular por su durabilidad y que pareciera que no terminarán nunca, como America’s Funniest Home Videos (que increíblemente va por su temporada 27), Dancing With The Stars (va por la 22), la siempre excelente y bien equilibrada Grey’s Anatomy (13), The Amazing Race (28), The Big Bang Theory (el paraíso televisivo de los nerds y geeks, que va al menos hasta la temporada 10) o Los Simpson (actualmente en la 26 y renovada, al menos, hasta la 28. Homero lives forever!).

 

Por el otro están las que apenas van agarrando fuerza y cuya historia necesita tiempo para seguir madurando, y algunas que ya encontraron la fórmula exacta para permanecer al aire, como los casos de Agents of SHIELD (va por la cuarta), How to get away with murder (con la extraordinaria Viola Davis y la bella mexicana Karla Souza, que van por la tercera), Once Upon a Time (muchos pensaban que no pasaría de la cuarta temporada, pero ya va por la sexta y sin signos de decaer), 2 Broke Girls (un deleite ver el humor de Beth Behrs, Kat Dennings y Jennifer Coolidge, que van por la sexta), Madam Secretary (Téa Leoni en su mejor versión de una joven Hillary Clinton, por su tercera), Empire (Terrence Howard y Taraji P. Henson, en la versión hip-hopera de Glee, también van por su tercera temporada), Gotham (la vida antes de Batman, de lo bien hecho por DC, igual por la tercera) o Scream Queens (las musas de Ryan Murphy sobrevivieron y van por su segundo año).

 

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Mención aparte merecen las series de la cadena juvenil de CBS, The CW, que se ha anotado muy buenos éxitos con lo que ha hecho para el universo de DC, como Arrow (Flecha Verde va por su quinto año), The Flash (gran trabajo de Grant Gustin como el hombre más rápido del mundo, que va por su tercera temporada), Legends of Tomorrow (empezó bien, merecida renovación para una segunda corrida) y Supergirl (que después de muchos dimes y diretes fue renovada para una segunda temporada, después de que nunca encontró su nicho de audiencia en CBS, una cadena básicamente para gente adulta, y ahora se mueve a The CW con un futuro brillante).

 

¿Cuántas de estas series veremos el próximo año? Es un misterio, pues la espada de Damocles ahí está, siempre presente y al acecho de quienes se duerman en sus laureles. Por lo pronto, hay demasiada buena televisión que ver…