Hablar sobre la importancia de la figura materna pareciera como algo de lo que ya se ha dicho mucho. Sin embargo, se me antoja hacer una reflexión desde mi propia experiencia como madre de tres excelentes hombres, a los que amo muchísimo y por los que daría mi vida sin lugar a dudas.

 

Creo que una de las cosas más importantes que cualquier persona puede hacer, madre o no, es sanarse a sí misma, y como mamá me parece muy saludable entrar al camino del autoconocimiento para ir desprendiendo de nosotras todo aquello que venimos arrastrando a lo largo de la vida, que nos lastima y que no nos permite conectar con nuestra esencia real y natural, que nos ha alejado del amor sano, el que se puede entregar sin reservas y que tiene claros los límites saludables que estructuran sanamente a nuestros hijos.

 

Si las mujeres aprendemos a amarnos, a ser compasivas con nosotras, a abrir nuestro corazón para conectar con nuestras necesidades profundas, es más fácil que desde ahí fluya el amor sano, el que permite a nuestros hijos ser ellos, seres independientes, responsables, personas con valores y principios humanos básicos.

 

Si logramos conectar como madres con este tipo de amor, si conectamos con esos valores que provienen desde nuestro centro, desde ese sabio interno, existe una mayor posibilidad de que ellos puedan descubrir lo que necesitan para que a su vez ellos construyan una familia sólida, donde el respeto, la aceptación, el amor, la honestidad y la libertad de ser y dejar ser sea la base de su estructura.

 

El papel de madre no es un sencillo, pues conlleva una alta responsabilidad y entrega. Muchas de las madres han elegido limitar o posponer su desarrollo personal por darle el primer lugar en su vida a ser madre de familia dejando de lado su realización personal. Hoy, que estamos socialmente más sensibles al abuso y a la violencia contra la mujer, considero que es importante que las mujeres nos demos cuenta del papel que jugamos, socialmente hablando, poniendo atención a la educación de hombres (nuestros hijos) que respeten más a las mujeres, así como educando a éstas a que se amen más a sí mismas.

 

Y esto sólo se puede hacer si somos conscientes de la importancia del papel que desempeñamos en esto, así como la necesidad primaria de sanarnos antes que nada a nosotras mismas para cargar y entregar menos basura emocional a nuestros hijos.

 

Creo que es importante que nosotras como madres transmitamos a nuestros hijos valores de respeto que estén alejados del machismo, el cual generalmente es aprendido en casa. Ahí está nuestra gran e importante labor como madres, enseñar el valor del respeto hacia la mujer en general. Si enseñamos en nuestra casa que a la mujer se le respeta, se le da un lugar adecuado, nos estamos autovalorando personal y socialmente como mujeres, y nuestros hijos aprenden de nosotras estos principios. Todas las mujeres merecemos un lugar de cuidado, respeto y consideración, y está en nosotras, las madres, transmitir esto a nuestros hijos.