Medios de comunicación y aficionados hemos tenidos, desde hace tiempo, el mismo reclamo. Y tiene que ver con la falta de compromiso público de casi todos los futbolistas, entrenadores y directivos. Una palabra que no tiene cabida en su diccionario, que no forma parte de su lenguaje y que muchos la consideran “blasfemia”: obligación.

 

Suena raro en el futbol mexicano, tan raro que cuando se pronuncia lo celebramos como lo celebramos hoy. El festejado en esta ocasión es Tomás Boy, que más allá de fobias, nos caiga bien o mal, estemos o no de acuerdo en cómo procede o dice las cosas, hemos de reconocerle que ayer, ante todos, dijo lo que todo mundo sabe: que Cruz Azul está obligado a ganar un título.

 

¡Hágame el favor! Como si esto fuera el más profundo de los secretos. Un equipo que se ha hartado de contar historias de derrotas y fracasos. Un equipo que no conoce los finales felices en las muchas películas que ha protagonizado. Un equipo que pasó de la grandeza a generar lástima y… ¡ternura! Un equipo que se aferró tanto al pasado que ignora su presente, ese mismo que le indica la significativa pérdida de aficionados que no sólo se refleja en la asistencia al estadio, porque es tan simple saber que los niños crecen viendo equipos ganadores y a ellos se adhieren sentimentalmente.

 

Los padres frustraron ese cambio generacional de camiseta porque sus hijos se cansaron de ver las angustias que el equipo generaba. Como si 20 años en realidad no fueran nada, como si los tres mosqueteros siguieran siendo los mismos después de tanto tiempo. No, así no funciona esto.

 

Por eso cada vez que escuchamos a algún integrante celeste decir que no hay obligación de un título sino de entregarse al máximo en cada entrenamiento y cada partido, entendemos por qué el equipo está donde está.

 

Claro, no se trata de sentarse en una conferencia de prensa e irse de la lengua con un discurso motivacional expresando los más azules sentimientos con sed de revancha. No. Se trata de planificar correctamente, de contratar a los jugadores idóneos, al entrenador que entienda cuales son las múltiples necesidades y, por encima de todo, de concientizar a cada uno de los que trabajan en La Noria de que este equipo tiene hambre, y sed; que está necesitado, urgido de un campeonato, porque no hay forma de ser grande si las vitrinas están vacías o los trofeos que almacena están viejos y empolvados.

 

Cruz Azul juega bien, gana, y ha encontrado armonía. Cada uno ha entendido su rol y quienes tienen jerarquía, pero sienten el paso de los años en las piernas, asumen su posición e intentan sumar para un bien común. Y no establezco que el equipo se ha curado de todos sus males, pero reconocer que se está enfermo es el primer paso para sanar, y establecer que el equipo tiene una grandísima obligación no significa que se descubrió el hilo negro, pero si lo dice el que manda, nunca mejor dicho, el Jefe, entonces quiere decir que hay conciencia. Y eso, queramos o no, es una buena.

 

Nos leemos en la siguiente Grada 24.