Los internos en los reclusorios capitalinos hacen lo impensable para introducir teléfonos celulares, droga y hasta armas, sin embargo, la Subsecretaría del Sistema Penitenciario tiene un arma casi infalible: la Unidad Canina K9, que tiene el 90% de efectividad en la detección de enervantes y demás objetos prohibidos, así como en las labores de custodia que a diario realizan.

 

La unidad está compuesta actualmente por 30 perros de distintas razas entre las que se encuentra rottwailer, american pitbull, labrador, golden retriever, pastor alemán, pastor belga malinois y pastor belga terveruense, todos ellos adiestrados y manejados por 27 elementos, entre hombres y mujeres, quienes se encargan de enfocar a los canes en labores de seguridad para evitar riñas, motines, intentos de evasión, así como en la reconstrucción de hechos y traslados de internos de alto riesgo.

 

Desde la “Base Plata” del penal de Santa Martha Acatitla, Alejandro Schuster, Jefe de la Unidad K9, Carlos González Arriola, Jefe de Adiestramiento, y el subdirector de seguridad del Sistema Penitenciario de la CDMX, Fallarbil Castañeda Martínez platicaron con 24 HORAS sobre el funcionamiento del equipo y realizaron una demostración de las actividades que cotidianamente llevan a cabo en el combate a la corrupción.

 

 

De acuerdo con Schuster, todos los canes cuentan con un adiestramiento constante y especializado que los capacita para detectar el litio de cualquier dispositivo electrónico que utilice una batería recargable (teléfonos, tabletas, laptops), así como dosis de mariguana, cocaína, armas de fuego y recientemente también la detección de explosivos de fabricación casera.

 

De la treintena de perros que conforman la unidad, 12 se encuentran instalados en los tres principales centros de la ciudad, es decir dos elementos para labores de detección, y dos más para guardia y custodia que están de base en los reclusorios norte, sur y oriente.

 

“Ellos también arriesgan la vida, trabajan todos los días, se enfrentan a situaciones críticas, y resultan el mejor efecto disuasivo para evitar el que los internos tengas armas u objetos que vulneren la seguridad de ellos mismo y al interior de los centros. Están expuestos a ser lastimados por los internos, trabajan en peligro”, afirmó Schuster.

 

Como ejemplo de la certeza del trabajo de la Unidad K9, se informó que de los más de mil operativos de revisión en todos los reclusorios, los perros participaron en el 70% de ellos, con una efectividad del 90% en la detección de objetos prohibidos al interior de las celdas, y localizando celulares o dosis de droga pese a las artimañas a las que recurren los reclusos para ocultarlos.

 

“Meten los teléfonos en condones, los embarran de pasta de dientes, incluso los meten en coladeras, en los desperdicios, con orines. En fin, hacen lo imposible pero aún así los perros los detectan, y en muchos casos cuando nos ven llegar con los canes se dan por vencidos y entregan las cosas”, sostuvo Fallarbil Castañeda.

 

 

Así mismo los perros laboran todos los días, y en específico los lunes, miércoles y viernes cuando llega el abasto a los centros se hace la revisión en el patio de maniobras, y a todos los proveedores se les revisa la mercancía para detectar enervantes y armas de fuego.

 

“Antes de cualquier operatividad a todos los perros se les saca a que hagan sus necesidades, se les pone a caminar, trotar para que tengan un calentamiento y se relajen para atender todas las órdenes. Hacemos formaciones de orden cerrado y marchamos con los perros lo cual hacen de manera ordenada  y sin confrontarse entre ellos, son animales muy obedientes”, indicó Carlos González, Jefe de Adiestramiento de la unidad canina.

 

Para la detección de cualquier enervante u objeto electrónico (litio) la esencia de los mismos se impregna en el juguete del perro, y precisamente eso es lo que busca, la recompensa que le otorgue el olfatear una determina área. A decir del adiestrador, se trata de un trabajo constante y disciplinado, y a los perros no se les maltrata ni se les golpea.

 

Para Norma y Antonio, elementos de la unidad, el trabajar de cerca con los perros les ha beneficiado para tener mayor conciencia de lo que implica el cuidado de los animales, y fomenta un apego y respeto con los canes que se llevan más allá del trabajo.

 

“Llevo cinco años trabajando en la unidad y es un trabajo dedicado que ha aumentado mi gusto por los animales, aquí aprendí a trabajar y valorar lo que son capaces de hacer, antes de la unidad no tenía mascota pero con el tiempo uno se va encariñando”, indicó Norma.

 

Por su parte, Antonio aseguró que el vínculo con los animales lo tiene desde niño, “uno se apega al perro y, a su vez, de su parte es lo mismo porque al final es un compañero más, son un apoyo que necesitamos. Desde niño he convivido con perros y la calidad de vida que les doy los ha mantenido conmigo hasta 14 años”.

 

Con la edad las principales complicaciones de salud que padecen los perros, y por las cuales suelen ser dados de baja del servicio son: la displasia de cadera y problemas en articulaciones de codo y rodillas. Para el caso de aquellos enfocados en guardia y protección la edad máxima de trabajo es hasta los 7 años, en el caso de detección por olfación, la edad para el retiro es hasta los 8 años.