ATENAS. El Gobierno griego suspendió este viernes el partido de la Superliga de fútbol que debía enfrentar en Salónica el domingo al Iraklís con el Olympiacos, ya que las autoridades locales aseguran no poder garantizar la seguridad del encuentro.

 

El ministro de Deportes, Stavros Kondonís, aceptó la petición de la dirección de policía de la ciudad, que dice no contar con efectivos suficientes debido a que muchos han sido trasladados temporalmente al puesto fronterizo de Idomeni, donde más de 12 mil refugiados se agolpan en espera de poder continuar el viaje hacia el norte de Europa.

 

Salónica fue el escenario de violentos enfrentamientos del miércoles durante la primera vuelta de la semifinal de la Copa nacional entre el PAOK y el Olympiakos tras los que el Gobierno decidió suspender indefinidamente esta competición.

 

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El partido entre ambos tuvo que ser suspendido en el minuto 87, cuando el marcador establecía un 1-2 a favor de los Rojos. Una parte de los aficionados de la hinchada del PAOK invadieron el terreno y lanzaron desde las gradas decenas de bengalas y bombas de humo.

 

La policía antidisturbios había intervenido ya fuera del estadio antes del inicio del encuentro, cuando aficionados locales se enfrentaron a las fuerzas de seguridad.

 

Durante la segunda mitad del partido el entrenador del Olympiakós, Marco Silva, había recibido el impacto de un vaso de plástico en la espalda.

 

El ministro de Deportes criticó la labor del árbitro, Andreas Pappás, por no suspender antes el partido.

 

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El año pasado, Kondonís ya suspendió el campeonato de liga nacional tras varios episodios de violencia entre seguidores de conjuntos rivales.

 

Los partidos de esta primera división se retomaron al cabo de varias semanas, primero a puerta cerrada, y después en presencia del público, tras aprobarse una ley que, entre otras medidas, contemplaba la suspensión inmediata de la liga en caso de producirse actos violentos.