Todos hemos sentido miedo en algún momento de nuestra vida, pues forma parte de las emociones básicas de las personas y nos sirve para protegernos de las amenazas y poder sobrevivir, nos permite estar alerta y poder pelear o huir frente a algo que amenace nuestra existencia. En ocasiones esa amenaza no es real, pero así es como lo percibimos, ya que nos conectamos desde nuestro niño interior que así lo siente. Desde que el hombre es hombre, el miedo es parte inherente a él, gracias en buena parte a ese miedo, el hombre como especie ha logrado mantenerse vivo, sobrevivir y desarrollarse en el mundo desde hace miles de años; el miedo (bien manejado) le ha permitido protegerse y crecer frente a los retos, creando cosas nuevas, nuevas formas de vida para estar mejor y más seguros logrando subsistir frente a un mundo hostil.

 

PAG-20-columna miedoSin embargo, existe también ese miedo que paraliza y que no nos permite ver, nos nubla el pensamiento y nos obstaculiza para encontrar salidas asertivas y adaptativas frente a una situación real o no, que evidentemente nos amenaza y nos desborda. Este es un miedo incontrolable que nos bloquea y no nos permite dar un paso más allá. Podemos, incluso, llegar a perder el control de nuestro cuerpo, que no nos obedece y se queda totalmente paralizado; este miedo se puede transformar en pánico, que nos puede llevar a tener una crisis nerviosa.

 

Cuando no somos capaces de manejar el miedo, de manera que quedamos fuera de control, es importante buscar ayuda y apoyo con especialistas para que nos orienten en el manejo del miedo. Es importante atender esto porque se puede convertir en un trastorno que no nos deje vivir con plenitud.

 

Si estamos lo suficientemente sanos podemos usar al miedo como una fuerza que nos impulse al cambio propositivo, no como esa fuerza que nos aplasta; tomar decisiones desde la fuerza impulsora nos proyecta a superar retos y nos fortalece a la larga, pero si tomamos decisiones desde la fuerza opresora que nos aplasta, éstas con seguridad no serán asertivas ni de crecimiento y pueden ir más en contra de nosotros mismos, limitándonos la posibilidad de disfrutar de todo lo bello que tiene la vida. Si trabajamos en el autoconocimiento es posible que podamos acercarnos a darnos cuenta de nuestra capacidad y fuerza interior para manejar el miedo.

 

“Nada tememos tanto como nuestros propios miedos, sin embargo son precisamente estos, con sus distintos matices, lo que ponen en movimiento el desarrollo intelectivo y emocional” – Gerald Hüther.