La visita del Papa Francisco a México servirá para sacar de su letargo pastoral a la Iglesia mexicana, cuya alta esfera no sólo es una de las más conservadoras de América Latina, sino que está mimetizada con la clase política y es pasiva ante problemas sociales como la violencia, opinó el reconocido especialista en religión, Bernardo Barranco.

 

Con dos décadas en medios de comunicación, además de trabajo directo con agrupaciones católicas en diversos países y estudios en sociología  de la religión, Barranco es una de las personas que más sabe del interior de la Iglesia Católica en nuestro país.

 

Los obispos se han mimetizado demasiado con la clase política, el ejemplo más claro es el cardenal Norberto Rivera, pues cuando se habla de él se habla más de política que de cuestiones religiosas”, aseguró el especialista.

 

Para Barranco, la alta jerarquía católica se encuentra en una zona de confort en relación con los poderes fácticos, con poca crítica hacia problemas sociales como la violencia, misma que no les es ajena pues en los últimos 20 años han sido asesinados 40 sacerdotes.

 

El Centro católico Multimedial registra que en el actual sexenio de Enrique Peña Nieto van 11 sacerdotes, un seminarista y un sacristán asesinados, además de dos padres desaparecidos, cifras que rebasan a los que tuvo Felipe Calderón durante sus primeros tres años de gobierno, siendo siete sacerdotes y dos seminaristas quienes perdieron la vida.

 

Con esta situación de violencia, añadió Barranco, es preocupante que la Iglesia mexicana no tome la palabra de forma activa, pues hasta el momento las denuncias se han quedado en documentos tibios que lejos están de en verdad hacer crítica al gobierno.

 

Con este panorama se va a topar el papa Francisco el 13 de febrero próximo, cuando se reúna con los 93 obispos mexicanos en la Catedral Metropolitana, un encuentro que debe de servir para que la alta jerarquía católica, representada en el Episcopado Mexicano, reaccione, explicó el especialista.

 

Y es que para Barranco, más que un regaño a los obispos, el Sumo Pontífice va a buscar despertarlos de ese letargo en el que se encuentran, lo cual ha afectado a la devoción de los mexicanos pues en 1979, cuando vino por primera vez Juan Pablo II, 95% de la población del país era católica, mientras que ahora es 83%.

 

“Va a dialogar con los obispos mexicanos, los va a sacudir. Creo que Francisco va a tratar de estimular la acción evangelizadora del Episcopado Mexicano que es la cabeza de la iglesia. Al mismo tiempo el Papa va a querer sumarlos a un proyecto de reforma, porque el Papa concibe a la Iglesia como un espacio más abierto, quiere que los episcopados asuman mayor responsabilidad”.

 

Así, con un mensaje conciliatorio pero firme, “el Papa les dirá a los obispos de nuestro país que dejen la pasividad a favor de la clase dominante, para tomar el liderazgo en sus comunidades”, añadió.