Al inicio de este 2016 los mercados resintieron las señales de riesgo sobre un menor crecimiento a nivel mundial, como el dato negativo de la manufactura en China, que en diciembre sumó 10 meses consecutivos de baja y actualmente se ubica en la zona de “contracción”. Sin embargo, también se sumaron otros países como la propia economía americana, cuyo dato de manufactura al mimo mes se mostró por segundo mes consecutivo en zona de contracción, por lo que este día el dato del ADP sector privado (encuesta de empleo en Estados Unidos) nos dará una pauta de lo que pudiera presentarse para este 2016 y con ello evaluar la velocidad de alza de las tasas de interés de la Fed.

El efecto inmediato en los mercados fue la caída en las bolsas que, con crecimientos moderados de la economía mundial reflejan un enero incierto y con rendimientos mensuales negativos en los últimos dos años; las tasas de interés mostraron cierta demanda para cubrirse de riesgos globales y en divisas existe el refugio en el dólar, el yen japonés y en el franco suizo.

También se registró un aumento en la “aversión al riesgo” ante el rompimiento de relaciones entre Arabia Saudita e Irán, que generaron especulación en los precios del petróleo y cierta demanda en metales como el oro. No obstante, las tendencias de plazo se mantienen aún “negativas”.

Nos llama la atención el movimiento que sufrió el yuan chino al pasar de 6.49 a 6.53 yuanes por dólar a la venta y que representa un 0.6%. El movimiento por sí solo no pareciera mostrar alguna señal de cuidado. Sin embargo, se observa con cierta cautela que la divisa deberá tener una mayor “libertad de manejo”, ya que en octubre próximo formará parte de la reserva de divisas del FMI. Técnicamente tiene en estos niveles una resistencia de corto plazo. No obstante, un rompimiento al alza lo podría llevar hacia niveles de 6.80 en donde ya estuvo entre 2008 y 2010. Esto significaría una depreciación de 4.0% que podría estar distorsionando los mercados como el pasado 24 de agosto, cuando el banco central de ese país decidió depreciar 3.0% la divisa.

Un menor crecimiento de la economía generaría que el gobierno tuviera que requerir mayores recursos para estabilizarla y tendría un mayor déficit presupuestal, lo que daría la validación a este posible movimiento del yuan.

Para China, un yuan más barato significaría recuperar espacios en su balanza comercial y hacer más competitivos a los productos chinos.

Desde que el FMI decidió el pasado 30 de noviembre que el yuan entrara en su cesta de divisas de referencia, el banco central chino ha dejado que el valor de su moneda descienda de forma progresiva, al fijar cada día un tipo de cambio de referencia más bajo que el anterior. En esas fechas operaba en 6.32 y actualmente en 6.52-6.53 yuanes.

Así, vemos que para este 2016, el yuan podría ser una moneda que cause “volatilidad” en los mercados, pero a su vez sería un freno en las aspiraciones de varios miembros de la Fed que quieren subir en varias ocasiones la tasa de interés durante el presente año.

Mientras no existan riesgos de inflación en la economía de China, el gobierno seguirá buscando implementar acciones que ayuden a estabilizarla. Actualmente el crecimiento ronda 6.9% y para este 2016 se espera entre 6.50 y 6.70% su PIB, por lo que no le haría daño tener un yuan más competitivo… pero otras economías podrían sufrir estos efectos.