Durante mucho tiempo estuvo en posiciones de privilegio en las encuestas serias.

 

Generalmente segundo, atrás de Héctor Teto Murguía, su antecesor y seguro sucesor en la presidencia municipal de Ciudad Juárez.

 

Pero no todos los priistas de pedigrí creían en las posibilidades de Enrique Serrano Escobar por la gran cantidad de aspirantes y por no conocerle relaciones tan estrechas con los gobiernos federal y del estado.

 

Además, había muchos contendientes: las senadoras Lidia Merodio y Graciela Ortiz, el propio Teto Murguía y Javier Garfio, alcalde de la capital y para muchos el favorito de Duarte.

 

Serrano Escobar no se detuvo.

 

Aprovechó su diputación federal y su administración municipal para tejer alianzas en el centro del país, donde el presidente Enrique Peña tiene amplias referencias de él, y en el palacio de gobierno de César Duarte.

 

No llegaba con las manos vacías, sino con resultados como político, empresario y edil de la otrora violenta Juárez.

 

Avanzaba en su empeño cuando una amenaza explotó en las oficinas de Manlio Fabio Beltrones, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI):

 

–Acción Nacional (PAN) ya negocia con Teto. Le ha ofrecido la candidatura junto con el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

 

Beltrones aceleró las negociaciones internas e impuso el pragmatismo, como pasó hace seis años en la sucesión de José Reyes Baeza a Duarte.

 

Una policía dedicada a detener y enviar a EU

 

Los negociadores cuentan muchos elementos bajo análisis.

 

En primer lugar se garantizó la adhesión de Héctor Teto Murguía con la misma zanahoria de hace seis años, la alcaldía de Ciudad Juárez.

 

En segundo se bosquejaron los siguientes pasos para continuar con la pacificación de Chihuahua y en este esquema se fortaleció la postulación de Enrique Serrano Escobar.

 

¿Qué valoraron más de él?

 

En materia de seguridad, la caída de una media de 350 muertos mensuales a menos de 25 y ya no por pandillas o crimen organizado, sino la mayoría a consecuencia de pleitos de cantina o enconos personales.

 

–Hace seis años teníamos más ejecutados que Tamaulipas, Sinaloa y Guerrero juntos –recuerda.

 

A las seis de la tarde, cita, la población se encerraba y no había vida nocturna posible, al grado de hacer peligrar eventos tradicionales como la feria de Juárez, hoy vital, con casi medio millón de visitantes.

 

Su exitoso modelo de seguridad pública es reproducido por la Federación en otros lugares del país.

 

En materia económica, la reactivación del aparato productivo y en especial de maquiladoras, eje de la supervivencia fronteriza.

 

Y sobre todo la reconstrucción del tejido social y de las relaciones institucionales con organismos empresariales, tanto del lado mexicano como del estadunidense y en especial de El Paso.

 

Choque con García Luna y equipo de primera

 

Los antecedentes de Enrique Serrano Escobar vienen de años.

 

Cuando empresario restaurantero, su negocio fue atacado por el crimen organizado porque no aceptó pagar protección, derecho de piso y otras exigencias de los capos.

 

Armó a su gente y se defendió.

 

Enorme fue su sorpresa cuando los agresores fueron identificados como miembros de la Policía Federal, entonces al mando de Genaro García Luna y a quien, como diputado federal, le exigió la salida de los culpables.

 

Cuando resultó alcalde electo, varios mandos policiacos le pidieron la ratificación y él los rechazó con un argumento irrebatible:

 

–No porque ustedes son chivatos y se dedican a detener personas para entregarlas a autoridades estadunidenses. Eso yo no lo voy a permitir.

 

Desde palacio municipal fortaleció su relación con el empresariado y un buen día decidió juntar a varios de ellos con una sorpresa:

 

–Juárez necesita un equipo de futbol de Primera División y se lo vamos a dar.

 

A cada uno le pidió un millón de dólares de aportación –“no habrá dividendos, pero sí buen uso del dinero”– y gracias a esa visión hoy Bravos de Juárez está por pelear su ascenso.

 

Estos son parte de sus méritos, no loas, pero deberá reivindicarlos primero como candidato y luego como gobernador, si gana.