Para un oficial del Ejército Mexicano que enfrenta al crimen organizado la prioridad es cuidar la integridad de los soldados, proteger a las víctimas y salvar su vida, pero no siempre salen bien las cosas.

 

Esta es la historia que contó a 24 HORAS un capitán del Ejército que se siente satisfecho porque rescató a una persona secuestrada. En el operativo fue herido de gravedad, pero después de 11 intervenciones quirúrgicas sobrevivió para regresar a casa con su esposa e hijos. Lleva más de dos años en rehabilitación porque tiene discapacidad física permanente y está en situación de retiro.

 

El secuestro

 

Soy del estado de Querétaro. Tenía 15 años cuando ingresé al Colegio Militar, me gradué como sub teniente de infantería y a lo largo de más de 20 años de servicio soy capitán segundo de infantería. Mi esposa y mis dos hijos, de 10 y 7 años, son mi mayor preocupación.

 

Escogí esta carrera porque desde la infancia admiraba mucho a los soldados, siempre tuve la convicción de ayudar. Soy el único militar de mi familia, pero mis sobrinos ya piensan en seguir mis pasos.

 

En agosto de 2013 estábamos en Veracruz atendiendo una denuncia anónima, nos alertaron de un secuestro en un área rural. Había un grupo de personas con la víctima. En unos sembradíos de caña estaban realizando el pago del rescate, yo acudí con 30 personas a mi mando y al detectar a los presuntos delincuentes les marcamos el alto, pero en ese momento nos dispararon. Fue todo muy rápido.

 

Yo había sido lesionado anteriormente, no de gravedad, también en Veracruz, pero a los 15 días fui dado de alta. Esta vez yo escuché… más que nada, sentí los disparos que me llevaron al piso y repelí la agresión.

 

Recibí dos impactos de bala, uno en la pierna izquierda y otro en el brazo derecho. Perdí la movilidad del tobillo, la bala atravesó la arteria femoral y el conjunto nervioso que mueve el tobillo.

 

No podía desfallecer. Me preocupaba tanto mi salud como la de mis compañeros porque yo iba al mando del personal, entonces, todavía giré algunas instrucciones y una vez que se calmó la situación toqué mi pierna izquierda y por la cantidad de sangre que sentí que estaba saliendo me di cuenta que era una lesión de gravedad y me hice un torniquete con mi cinturón.

 

Pensaba en mi familia, en la posibilidad de perder la vida. Pensé mucho en mi esposa y mis dos hijos.

 

La lesión tenía orificio de entrada y salida, cuando íbamos rumbo a la clínica del IMSS más cercana uno de los soldados me decía: aguanta, ya vamos a llegar, aguanta, no cierres los ojos. Pero aunque no quería y luchaba por no perder el conocimiento sentí que me iba, me estaba desangrando.

 

El miedo

 

En la clínica me canalizaron los dos brazos a chorro y después me mandaron al Hospital Central Militar. Cuando me valoró un especialista determinó que no había circulación en la pierna, la podía perder.

 

En algún momento tuve miedo, pero el miedo no es personal, a mí me daba miedo dejar a mi familia, creo que nadie reemplazaría la figura paterna. Sí tuve miedo, pero gracias al personal médico y de enfermería con el que contamos, estoy aquí.

 

Recordé a mi esposa y mis hijos, pero la mayor satisfacción es que se rescató a la víctima, se recuperó lo que iban a pagar, no hubo detenidos y murió un presunto delincuente, es lo que yo supe porque fui evacuado del área.

 

Un cirujano vascular es el que llevó a cabo la reconstrucción de la arteria por medio de un injerto de vena de mi otra pierna. Estuve tres meses en el hospital.

 

Llevo 11 operaciones y dos injertos, uno para la reconstrucción de la arteria y otro de piel en la misma pierna que estaba abierta desde la cadera hasta el talón; hasta ahorita depende de cómo evolucione mi cuerpo.

 

Esta es una oportunidad más que tengo en la vida, voy a extrañar mucho el medio. Yo siempre me he sentido orgulloso de pertenecer al Ejército y la Institución, el secretario, mi general Salvador Cienfuegos me ha reconocido, mi familia y mucha gente a la que hemos apoyado.

 

No hay palabras para expresar lo que se siente devolver a una persona con su familia. En algunas ocasiones la gente quería compensar la ayuda con algún bien o apoyo económico, pero siempre se les hizo saber que no lo hacíamos con ese fin.

 

No se equivocan al depositar su confianza en nosotros los soldados porque no somos diferentes, somos parte del pueblo, somos iguales, un mexicano más que también tiene familia y puede sentir miedo o dolor.

 

Por la seguridad del oficial se omitió su nombre.

 

Veracruz es una de las entidades con mayor cantidad de secuestros en el País, revelan el Observatorio Nacional Ciudadano y cifras oficiales, varios son cometidos por el crimen organizado. Los Zetas y el Cártel del Golfo han diversificado los delitos que cometen en dicha entidad.

 

El año pasado los elementos de la Defensa fueron atacados en 276 ocasiones; entre diciembre de 2006 y mayo de 2015 murieron 466 soldados en actividades contra del crimen organizado, 3 mil 54 resultaron heridos y 250 fueron desaparecidos.