Suena como el producto de una imaginación prodigiosa, pero en realidad es uno de los proyectos más ambiciosos en la historia de la exploración espacial: tras encontrar agua en Marte, científicos de la NASA buscan cambiar el clima y la atmósfera del planeta rojo para que los humanos podamos, algún día, respirar en él y habitarlo. Un mexicano, Rafael Navarro González, explora esa posibilidad desde el Pico de Orizaba.

 

Cuando vio el lanzamiento a la Luna de la misión Apollo 11, en 1969, el joven Rafael no pensó que algún día sería una de las personas que formaría parte del equipo de científicos que aportó uno de los descubrimientos más importantes que ha hecho la ciencia sobre Marte: que en el planeta rojo podría haber vida. Tampoco imaginó que el hombre algún día podría llegar a Marte o que él formaría parte del equipo que sentará las bases para hacerlo posible.

 

Navarro González  es investigador del Instituto de Ciencias Nucleares de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y también participa en el equipo que diseñó y opera el instrumento Sample Analysis at Mars (SAM), análisis de muestras en Marte, integrado en el robot Curiosity, el cual busca evidencias de vida en ese planeta desde 2011.

 

En entrevista con 24 HORAS el doctor explicó la importancia del último descubrimiento que hizo la NASA: que en el planeta rojo puede haber agua líquida bajo ciertas condiciones.

 

Es sumamente importante porque es uno de los requisitos para que pueda existir la vida. Esto implica que podría haber vida microbiana en el subsuelo. También es importante porque en misiones futuras de humanos podrían utilizar ese agua para las misiones que establezcan los humanos de manera más temporal o permanente”.

 

Esta posibilidad no se verá concretada en esta generación, aunque ya está programada una misión tripulada por la NASA para 2030; sin embargo -explica-, a partir de esa misión se estudiará la posibilidad de llevar a seres humanos al planeta rojo y,en este mismo siglo, instalar los primeros asentamientos en él.

 

Una parte fundamental de la investigación se centra en que si no hay vida en Marte, entonces habría que llevarla; para ello sería necesario cambiar el clima, pues el planeta rojo es muy frío y bajo estas condiciones la supervivencia es imposible para cualquier forma de vida terrícola.

 

Habría que liberar gases invernadero para que la temperatura ambiental aumentara, para que el agua que está congelada en la mayor parte el planeta se volviera líquida y pudiera existir vida como la que conocemos en la Tierra”, explicó el astrobiólogo.

 

“El hombre surgió hace millones de años y ha venido colonizando todos los rincones del planeta. Ya estamos en el espacio, pronto podría haber asentamientos en la Luna y veo muy factible llegar a Marte”.

 

En 2014 SAM comprobó que muestras rocosas de ese planeta contienen los precursores de la vida en la Tierra: hidrógeno, carbono, nitrógeno, oxígeno, fósforo y azufre, además de agua y sulfatos presentes en el ambiente marciano. Sin embargo, por mucho que podamos hacer que Marte se parezca a la Tierra, las condiciones nunca serán las mismas.

 

El planeta rojo es mucho más frío y pequeño, con una fuerza de gravedad menor que puede generar procesos evolutivos diferentes para seres vivos que sean trasladados desde la Tierra, incluso la genética de los seres humanos cambiaría para adaptarse a las nuevas condiciones.

 

La atmósfera en Marte está conformada por un 96% de dióxido de carbono y menos de 0.2% de oxígeno (la atmósfera terrestre está compuesta de 21% de oxígeno),  además de que la presión es muy baja; si una persona intentara respirar en Marte, se ahogaría rápidamente. Las formas de vida que los científicos buscarán ahí son de tipo microbiano y probablemente vivan en el subsuelo.