NUEVA YORK. Inmigrantes en Nueva York recibieron al papa Francisco el viernes con una demostración futbolística y melodías garífunas hondureñas.

 

En un emotivo encuentro en una escuela del barrio hispano de East Harlem, el papa rio con ellos y les pidió que no pierdan la alegría y la contagien a otros.

 

Al principio del encuentro, Ariel Mejía, un hondureño de 18 años, le preguntó al pontífice si podía demostrarle que era capaz de hacer con el balón. Francisco, un reconocido fanático del futbol, le respondió que sí y el joven dio unos cuantos cabezazos. El papa le dijo que sigue al equipo argentino San Lorenzo y Mejía le contó que él es del Real Madrid.

 

El joven es uno de los menores centroamericanos que el año pasado cruzaron solos la frontera, huyendo de la pobreza y violencia de sus países de origen, y generaron una grave crisis humanitaria.

 

El papa recibió regalos y abrazos de menores centroamericanos, jornaleros, mujeres garífunas hondureñas y madres mexicanas.

 

Los aproximadamente 150 inmigrantes esperaron y recibieron al pontífice en un gimnasio de la escuela católica Nuestra Señora Reina de los Ángeles, junto al alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, y el gobernador del estado, Andrew Cuomo.

 

El jornalero guatemalteco Basilio Lopez, de 35 años, regaló a Francisco un cinturón de herramientas y le dijo que representa el duro trabajo de los inmigrantes en Nueva York.

 

“¿Puedo darle un abrazo?”, preguntó López. Francisco accedió.

 

López pertenece al grupo Obreros Unidos de Yonkers, a las afueras de Nueva York.

 

“Estamos poniendo nuestro grano de arena en Estados Unidos”, dijo al papa el jornalero mexicano Aurelio Castro, de 41 años.

 

El pontífice, un firme defensor de la causa de los migrantes que se van de sus países en busca de una vida mejor, visitó la escuela después de hablar ante las Naciones Unidas y acudir al museo del 11 de septiembre. Tras su reunión con inmigrantes recorrió parte del Parque Central, donde fue aclamado por 80,000 personas.

 

Francisco se encuentra a mitad de su viaje a Estados Unidos, que empezó con una visita a Washington, sigue en Nueva York y finalizará en Filadelfia.

 

La mexicana Ignacia González, una de las mujeres que bordó manteles que el pontífice usó para su misa en el estadio Madison Square Garden, pudo acercarse al pontífice y pedirle un favor.

 

“Esta pulsera me la dio una madre que tiene a su hija discapacitada. ¿Podría bendecirla?”, preguntó González, de 34 años, al pontífice.

 

González luego dijo a Associated Press que tenía pensadas otras cosas para decirle al papa pero que le conmovió el pedido de su amiga esa mañana y al final se animó a hacérselo a Francisco.

 

Tras un breve discurso a los inmigrantes, el papa les preguntó: “¿No saben cantar algo? ¿Quién es el más cara dura?”

 

La hondureña Ivette Suazo, miembro de la comunidad garífuna, fue quien se atrevió e impresionó a la audiencia cantando en garífuna “Dios es rey de los pobres”.

 

“Muchas gracias!”, respondió el pontífice.

 

“Todavía estoy nerviosa”, dijo Suazo luego a la AP. “Los mismos nervios creo que me dieron el impulso”.

 

Suazo es una de las mujeres garífuna hondureñas que llegaron a la ciudad en el 2014 junto a sus hijos, huyendo de la pobreza y la violencia que azota su país. La inmigrante, que es ama de casa y lució un vistoso vestido amarillo para la ocasión, dijo que proviene del pueblo de Río Esteban.

 

El papa no habló a los inmigrantes sobre una reforma migratoria o sobre sus derechos en Estados Unidos, pero les animó a seguir adelante y les recordó que, a pesar de que pueden extrañar su patria, deben valorar los nuevos amigos que hacen en ésta.

 

“Encontramos a personas que nos abren puertas y nos muestran su ternura, su amistad, su comprensión, y buscan ayudarnos para que no nos sintamos extraños. Para que nos sintamos en casa”, explicó.

 

Francisco también les pidió que no pierdan la esperanza y sigan soñando con un mundo mejor, lleno de posibilidades.

 

“Aquí se les ve sonrientes. Sigan así. Ayuden a contagiar la alegría de los que tienen cerca”, dijo el papa. “Donde hay alegría, ahí siempre está Jesús”.

 

Los grupos que ayudan a los inmigrantes que conocieron a Francisco son asistidos por Caridades Católicas, la rama de la arquidiócesis de la ciudad que ayuda a los más necesitados.

 

El papa expresó el deseo de reunirse con inmigrantes durante su visita a Nueva York, ha dicho la arquidiócesis.

 

Justo antes de reunirse con ellos, el pontífice conoció en otra sala del colegio a 24 estudiantes de cuatro escuelas católicas de East Harlem y el centro de Harlem que le presentaron sus proyectos escolares sobre el cuidado del medio ambiente y el sacramento de la comunión, entre otros temas.