Todos los seres humanos pasamos por situaciones difíciles, donde somos heridos y herimos, en ocasiones sin intención y otras tantas con intención, y esto forma parte del vivir. Es parte de nuestra experiencia de vida y de la que podemos aprovechar para aprender y madurar, o no, y sólo vivirla como víctima para manipular y no crecer.

 

Lo que sucede es que venimos a este mundo a aprender, y el dolor que nos genera ser lastimados o el que generamos al lastimar, nos puede servir como un espejo para ver aquello que venimos a aprender. Si lo vemos así, el perdón es una gran herramienta a nuestra disposición para madurar y crecer interiormente.

 

columna perdon

 

Muchas veces nos resulta muy difícil ver lo positivo en aquello tan duro y doloroso que nos sucedió e hirió, y entonces optamos por quedarnos enojados con aquel que nos dañó, en vez de dar un paso adelante para liberarnos del evento y perdonarlo, porque pensamos que así le vamos a hacer la vida más difícil o se lo vamos a cobrar, sin darnos cuenta que el enojo se queda marcado en nosotros, en nuestra alma y esto no nos permite sentirnos equilibrados y ser libres realmente porque nos ata al pasado, dándole vida constante a ese evento en el que fuimos lastimados, alimentando en nosotros el resentimiento.

 

El resentimiento, como su palabra lo dice, es volver a sentir. Sentir el enojo, el dolor cada vez que pensamos en dicho evento y no nos logramos liberar de él realmente.

 

Es por ello que el perdón es importante para nosotros mismos, antes que para el otro que nos lastimó. Es un regalo para nuestra alma. En realidad, si no perdonamos al que nos hizo el daño tampoco lo estamos castigando, nos estamos castigando a nosotros, porque quien nos lastimó lo más seguro es que estará pasándola lo mejor posible, tal vez sin recordar siquiera el evento; entonces, quien se queda atorado en ello alimentándolo de energía negativa es aquel que prefiere no perdonar.

 

El perdón, según Rosy Sandoval, es una habilidad que tiene el alma y sirve para liberarnos y crecer como seres humanos. Si estamos dispuestos a perdonar nuestra alma estará lista para iniciar el proceso del perdón y, de esta forma, vivir de manera más ligera y con mayor conciencia, sin que le huyamos al dolor de tocar nuestras heridas.

 

Perdonar no es olvidar, no es un proceso que tenga que hacerse necesariamente frente a la persona que nos hirió. Es un proceso que es posible hacer en soledad, y perdonar tampoco significa que tengamos que tener cerca o convivir forzosamente con la persona que nos lastimó.

 

Perdonar es recordar el evento sin dolor y este proceso puede ser totalmente íntimo, que nos permita perdonarnos a nosotros mismos en su caso (si es necesario) y perdonar al otro, liberándonos de la carga que significa el no perdonar.