La generación los compuestos hidroclorofluorocarbonos (HCFC) de las industrias de refrigeración, construcción, extintores y aerosoles, contribuyen al efecto invernadero debido a que contienen elementos que potencian el calentamiento global.

 

El investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, Michel Grutter de la Mora, indicó que la prohibición para usar los clorofluorocarbonos (CFC) beneficia a la capa de ozono, pero sus sustitutos, los hidroclorofluorocarbonos (HCFC), contribuyen al calentamiento global.

 

En el marco del Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono que se llevará a cabo este 16 de septiembre, el especialista afirmó que gracias a la prohibición de los CFC la capa de ozono en la estratósfera se recupera.

 

En un comunicado de la UNAM, el investigador aseguró que de continuar de esta forma, para la segunda mitad de siglo esta capa, que protege a los habitantes terrestres de los rayos ultravioleta provenientes de la radiación solar, podría recuperar el espesor que tenía previo a los años 70.

 

En tanto, Grutter de la Mora destacó que el Protocolo de Montreal firmado en 1987, para iniciar acciones conjuntas encaminadas a detener el daño a esa área, tuvo consecuencias positivas.

 

“Es un caso de éxito, donde una comunidad discute un problema, encuentra una solución y mejora los resultados. Hoy podemos medir el contenido de cloro, flúor y bromo en las sustancias de la atmósfera y saber que se han reducido, y la capa de ozono se ha recuperado”, señaló.

 

El especialista añadió que la comunidad científica aprendió mucho de ese proceso porque, a través de los modelos globales, pueden saber qué pasará a futuro y predecir cómo se recupera esa capa sin emisiones de CFC, que son destructores de ozono.

 

“No debemos tomar la recuperación como un problema resuelto. Ha sido una experiencia enriquecedora, pero necesitamos seguir con la vigilancia de la atmósfera”, subrayó.

 

Lo anterior debido a que los HCFC son una segunda generación de sustancias químicas que de manera paulatina sustituyeron a los CFC y no tienen el potencial de afectación de los primeros respecto a la capa de ozono.

 

“No destruyen directamente el ozono, pero afectan su concentración de manera indirecta. Las sustancias HCFC actúan como un gas de efecto invernadero superpoderoso y contribuyen al calentamiento global”, afirmó.

 

Estos “supergases” actúan como potentes gases de efecto invernadero y el aumento de su concentración ayuda a que se caliente la atmósfera; por lo que la temperatura de la superficie global aumentó más de un grado centígrado, en promedio, mencionó.

 

“La estratósfera también sufre cambios a partir del efecto invernadero, un problema creciente que pudiera alterar su dinámica global y con ello el espesor de la capa. Una vez recuperada, se prevé que pudiera, incluso, aumentar el calentamiento global”, enfatizó.

 

El doctor en fisicoquímica indicó que a medida que se incrementa la temperatura en la superficie, la estratósfera se enfría.

 

“Entonces, en la atmósfera la circulación se ve afectada, el viento que asciende en los trópicos es inyectado a la estratósfera, circula y desciende nuevamente hacia la tropósfera en latitudes medias o altas”, dijo el científico.

 

“Esa circulación se ve alentada y a veces cambia sus características. Con ese proceso el tiempo de vida de las sustancias reactivas se modifica y afecta menos al ozono, cuya concentración se incrementa, por eso la capa de ozono tiende a aumentar en condiciones de calentamiento global”, agregó.