Agustín Carstens recibió tres buenas noticias. La primera, por supuesto, el anuncio oficial de la nominación presidencial para que se mantenga al frente del Banco de México.

 

La segunda, la inflación anual en 2.59% hasta agosto pasado y la tercera el adelanto de la apertura del mercado de las gasolinas para el próximo año.

 

Más allá de la alegría personal que deba sentir el titular del banco central, la garantía de que tiene el visto bueno presidencial y el previsible aval del Senado para mantenerse al frente del Banxico le da autoridad para actuar de manera más enérgica en los días, semanas y meses por venir.

 

Hasta ahora la autoridad monetaria ha tenido un trabajo no tan complicado por la abundancia de recursos financieros y la tendencia mundial a las inflaciones bajas. Pero los vientos están cambiando.

 

Por lo pronto, la próxima semana habrá reunión de política monetaria en Estados Unidos y si bien han bajado las expectativas de que pueda iniciar el proceso de alza del costo de los dólares, lo cierto es que el Banco de México podría tomar la iniciativa ante las presiones que enfrenta el peso mexicano frente al dólar.

 

Si el banco central mexicano se adelanta sería en beneficio de la estabilidad cambiaria pero en contra de los costos de financiamiento interno. Para una medida así no hace falta el aval del gobierno federal, pero la reelección relaja a todos.

 

La segunda noticia es fantástica para una autoridad monetaria que vive al filo de la silla monitoreando si los dólares tan caros pudieran afectar la inflación. El 2.59% de inflación anual es además de un registro histórico, la prueba de la impermeabilidad de la inflación general al efecto cambiario.

 

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En cuanto a la liberación parcial de los precios de las gasolinas, van en el mismo sentido que una vieja petición del propio Agustín Carstens, quien en plenas épocas de los gasolinazos de 2014, cuando los combustibles automotrices subieron cuatro veces lo que la inflación general, pidió dejar al juego del mercado esos precios.

 

Para 2016, la banda de precios que busca establecer el gobierno, con un costo más cercano a la realidad del mercado, se tendrá otro cambio estructural que permitirá tener inflaciones mucho más cercanas a las del primer mundo.

 

No hay que perder de vista que la reforma en materia de telecomunicaciones ha permitido una baja sustancial en la inflación, algo que en buena medida explica los niveles mínimos históricos de hoy.

 

La apertura de los precios de las gasolinas no implica una baja permanente de la inflación, porque son precios muy volátiles, pero regulariza un mercado intervenido y marcado por la arbitrariedad del precio decretado.

 

Por lo pronto, con el panorama petrolero que enfrenta el mundo es muy probable que en enero baje el precio de las gasolinas, lo que además de generar una sonrisa en los enojados ciudadanos podría apoyar a la autoridad monetaria en los retos que tiene por delante con el cambio de la política monetaria estadunidense derivado del crecimiento de su actividad económica.

 

Total que hoy Agustín Carstens y el resto de los integrantes de la Junta de Gobierno tienen razones de sobra para sentirse tranquilos y arropados para enfrentar lo que viene.