El momento fue cúspide. Gabino Cué Monteagudo había tomado con tranquilidad las críticas a su administración, los cuestionamientos sobre el poder que ostenta en Oaxaca la CNTE. Quiso señalar el contexto y explicar la historia de más de 30 años de prebendas increíbles… pero sus versiones no fueron verosímiles.

 

Casi al término de su exposición, el mandatario finalmente se encogió de hombros para explicar por qué la disidencia quema boletas electorales, bloquea aeropuertos y destruye oficinas gubernamentales. “No tenemos policías”, dijo.

 

Ni policías, ni presupuesto, ni leyes, ni congreso para hacer frente a la rebelde disidencia. Ayer, los legisladores del Congreso de la Unión invitaron a Cué para que explicara por qué en su estado ha sido tan difícil aplicar la reforma educativa y el gobernador, en el mejor de los casos, tartamudeó.

 

Llegó dos horas antes de su reunión para desayunar con diputados y senadores. Venía con Moisés Robles Cruz, titular del IEEPO, la autoridad educativa local que se mueve “entre dios y el diablo”: por un lado, critica a los profesores que no terminan el ciclo escolar y, por el otro, emplea en el Instituto a 82% de comisionados de la CNTE; es el juez y parte de este conflicto educativo que tiene más de 30 años.

 

Extrañamente, el ambiente en la Torre de Comisiones del Senado se sentía más relajado que la última vez que se reunió esta comisión extraordinaria: cuando recibió a Emilio Chuayffet Chemor, Secretario de Educación Pública (SEP) para explicar la suspensión de la evaluación magisterial en mayo pasado.

 

Si en aquella ocasión la impresión que dejó el encuentro fue la de un torero embestido en el ruedo, en este caso en que se esperaba una persecución con antorchas uno se debatía entre la incredulidad y el deseo de compartir el gesto del mandatario: el codo sobre el escritorio, la mano sosteniéndole la frente, la mirada agachada.

 

Frontón

Su auditorio, los legisladores, parecía que jugaban frontón aventando la misma pelota durante cuatro horas de comparecencia: “¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?”; la pared inamovible de la realidad oaxaqueña respondía “porque así han sido las cosas, así, así”.

 

“El problema en México es la falta de observancia de las leyes y eso es lo que le toca hacer al gobierno federal y al estatal, a usted le corresponde hacer que lo que aprobamos se cumpla”, reclamó molesta Esther Quintana Salinas, diputada del PAN.

 

“Así de simple y si hay un grupo de personas que no quiera que se cumpla, yo me pregunto por qué tanta consideración y tanta deferencia a que se estén brincando todos los días la ley”.

 

Cué volvió a agradecer la invitación de los Senadores y tartamudeó para explicar que el gobierno del estado “ya no-no-no” paga la renta del edificio que ocupa la CNTE, como hizo durante 20 años; que sigue cumpliendo los acuerdos y dobles negociaciones que firmaron pasadas administraciones porque “fue la palabra”.

 

Se encogió hombros para contestar que del presupuesto de 18 mil millones de pesos que recibía el IEEPO, sólo 2.7% era para operar la educación de 1.3 millones de alumnos y 97.3% para pagarles a  83 mil profesores. Se encogió de hombros para responder que en 570 municipios oaxaqueños sólo hay tres mil policías para resolver los conflictos surgidos en las protestas.

 

“Para la aplicación de la Ley y tener el uso de la fuerza es necesario tener la fuerza. Desde aquí se dice que el gobernador no actúa, que los tolera… para la aplicación de la ley, se requiere un estado de fuerza que Oaxaca no tiene”, explicó.

 

“Si alguien roba un banco, lo detengo; si roba una casa, lo detengo. Pero si usted me dice ¿qué hace el gobernador de Oaxaca cuando llegan mil maestros a tomar cualquier instalación o una carretera? Yo necesito 3 mil elementos para desbloquear eso. Si no, se va a armar un zafarrancho y mis policías van a salir corriendo”.

 

Parecía que al jugador de frontón, otra vez le ganó la pared.