Hoy en día, cuando la tecnología se cae, las vidas de las personas se vuelven también caóticas.

 

La confluencia de fallos informáticos en United Airlines, la bolsa de Nueva York y The Wall Street Journal fueron un brusco recordatorio de la creciente dependencia de redes interconectadas en el día a día.

 

En su mayor parte, la tecnología funciona sin dar problemas, mientras que la eclosión de innovaciones y comodidades han hecho más fáciles nuestras vidas y nuestros trabajos más productivos. Las computadoras, sin embargo, pueden proporcionar dolores de cabeza con más frecuencia ya que se unen a miles de millones de aparatos electrónicos y electrodomésticos — un fenómeno que se conoce como el “internet de las cosas”.

 

Este efecto dominó tecnológico incrementará la complejidad de los sistemas y elevará el riesgo de crisis masivas, ya sea a través de un fallo involuntario o de un ataque malicioso.

 

“El problema es que los humanos no pueden seguir el ritmo de toda la tecnología que han creado”, dijo Avivah Litan, analista en Gartner. “Se está convirtiendo en algo inmanejable para el cerebro humano. Nuestra esperanza es que los ordenadores lleguen a ser lo suficientemente inteligentes como para mantenerse a sí mismos”.

 

La tecnología controla ya sistemas críticos como las rutas aéreas, las redes eléctricas, los mercados financieros, las armas militares, los trenes, los semáforos y nuestras líneas de comunicaciones.

 

Ahora, los ordenadores se ocupan de otros aspectos de nuestras vidas toda vez que dependemos de los smartphones para despertarnos por la mañana, antes de que una aplicación encienda la cafetera en la cocina para tomar una dosis de cafeína en la comodidad como la del hogar, a una temperatura ideal, gracias a un termostato conectado a internet y diseñado para conocer las preferencias de los usuarios.

 

En unos años, podremos abrir los cerrojos de nuestras puertas con relojes de alta tecnología tras llegar a casa en coches que no necesitan a un conductor humano.

 

La implacable marcha de la tecnología requiere mejores medidas de seguridad para evitar que piratas informáticos entren en el Sistema y estándares de programación más rígidos para reducir la posibilidad de fallos incapacitantes, dijo Lillian Ablon, una investigadora tecnológica de Rand Corp.

 

“En lugar de limitarse a dejar que la fiebre de la tecnología nos adelante e intentar ponerse después al día en términos de privacidad y seguridad, deberíamos incorporar esas cosas en los sistemas desde el principio“, dijo. “Necesitamos ser un poco más inteligentes en la forma en que codificamos las cosas”.

 

La secuencia de fallos del miércoles parece haber sido una casualidad. El sabotaje no se valora, dijo el director del FBI, James Comey, en una comparecencia ante el Congreso.

 

Pero un efecto dominó pudo haber contribuido a la caída del servicio del The Wall Street Journal. Comey cree que la página web del diario colapsó cuando los problemas de la bolsa de Nueva York hicieron que los alarmados inversionistas buscaran información saturando el cibersitio del Journal.

 

La duración de los fallos del miércoles es también desconcertante, apuntó Litan, de Gartner.

 

La bolsa de Nueva York tardó más de tres horas y media en volver a operar, calmando el ajetreado ritmo de Wall Street. Un “problema de router” en United Airlines dejó en tierra a sus aviones durante casi dos horas, generando 800 demoras en vuelos y 60 cancelaciones.

 

“Todo el mundo tiene que asumir que la tecnología se cae a veces, pero debería ser lo suficientemente resistente como para recuperarse pronto de un fallo en el plazo de media hora, si no en unos minutos”, agregó Litan.

 

Las averías del miércoles fueron inconvenientes menores comparados con lo que podría pasar si no se imponen mejores medidas de seguridad para mantener alejados a los intrusos empeñados en provocar destrozos, dijo Jeff Williams, jefe de tecnología de Contrast Security.

 

Demasiado a menudo, el interés de la industria tecnológica está puesto en crear algo genial y preocuparse después por la seguridad, señaló Williams. La actitud displicente engendra una mentalidad así: “Oh, sólo tendremos que conectar su licuadora a internet, ahí no hay problemas de seguridad. Y los hackers averiguan la forma de encender su licuadora en medio de la noche e incendiar su casa”.

 

Las computadoras pueden ser más inteligentes a través de una combinación de mejor programación, aprendizaje automático y chips más sofisticados. Si pueden alcanzar la meta aún lejana de convertirse en artificialmente inteligentes, podrían estar mejor equipadas para evitar problemas y defenderse de los usuarios no autorizados. Computadoras autosuficientes y autoconscientes seguirían enfrentando a los humanos con una pregunta aterradora, sostiene Litan: “¿Las computadoras van a ser amables con nosotros o van a dominarnos?”.