En algunas comunidades del estado de Oaxaca se cree que hace siglos un barco proveniente de África encalló en la costa baja de México, en el municipio de Santo Domingo Armenta.

 

De esa embarcación bajaron cientos de personas que huían de la esclavitud. Se asentaron como personas libres en las playas de México y construyeron sus casas.

 

A las mujeres afromexicanas actuales, conscientes de su negritud y dispuestas a rescatar la historia enterrada de sus ancestras, les gusta contar esta versión para demostrar que ellas no descienden de  personas esclavas sino de personas libres.

 

Así lo narró a Cimacnoticias Beatriz Amaro Clemente, comunicadora afromexicana e integrante del consejo académico de la Escuela Itinerante de Formación Permanente para Mujeres Afromexicanas, que se instauró el 4 de octubre de 2014 en el municipio oaxaqueño de Pinotepa Nacional.

 

El propósito de este proyecto pedagógico, auspiciado por la Fundación Semillas, es el de recuperar el conjunto de valores y tradiciones comunitarias de las mujeres afrodescendientes, a fin de educar en este contexto a esta población para la defensa de sus derechos en materia de justicia, salud, educación, cultura, vivienda, identidad y territorio.

 

Amaro Clemente, quien nació en el municipio de San Juan Bautista Lo de Soto, en Oaxaca, y que a pesar de su piel blanca se asume afrodescendiente, busca en esta escuela una forma de contar la historia de las mujeres “negras” desde su propia visión, para que ya no se imponga la de los académicos que (apenas en los tiempos modernos) han registrado la sabiduría de estos pueblos, pero que no devuelven a la región los conocimientos.

 

Además de no tener un registro de su propia historia, ni en libros de texto o enciclopedias, estas mujeres se enfrentan a que la misma población se resista a reconocer sus raíces, sobre todo en las regiones donde hubo más mestizaje, y la población tuvo menos pigmentación en la piel.

 

En Oaxaca se tienen identificadas 106 comunidades afromexicanas, de las que al menos 16 se ubican en la costa del estado. La Escuela Itinerante de Formación Permanente para Mujeres Afromexicanas funciona en los municipios de Llano Grande, Lo De Soto, El Maguey, Tututepec, Huatulco, Chacahua y Pinotepa.

 

Otra integrante del consejo académico de esta escuela, Rosa María Castro Salinas, quien también es fundadora y presidenta de la Asociación de Mujeres de la Costa de Oaxaca, dijo que el primer gran reto que enfrentan como mujeres afromexicanas es hacerse visibles en la sociedad y en la Constitución.

 

“Estamos en la construcción de nuestra historia porque sólo así, siendo visibles, es como vamos a poder exigir nuestros derechos. Pero ¿dónde rascamos para encontrar nuestra historia?”, enfatizó la activista proveniente de Huatulco.

 

También lamentó que su cultura haya sido tan desdeñada que incluso ya no tengan una lengua propia. Este desarraigo costará a las afromexicanas una lucha doble que la que costó a las indígenas para que cada derecho escrito en la Carta Magna se les reconozca.

 

Más de tres discriminaciones

 

 

De acuerdo con Julia Acevedo Ávila, también integrante del consejo académico de la Escuela Itinerante, esta población enfrenta más de tres discriminaciones: una por su color de piel, otra por ser pobres, y una más por ser mujeres. A esto se suma que las pocas afromexicanas que llegan a la televisión son hipersexualizadas.

 

“Tienen mucho más que ofertar, pero sólo se les ve como algo sexual. Esto lastima, atropella, porque nosotras hicimos mucho durante la Independencia de México por tener esa humanidad que nos quitaron”, subrayó Acevedo.

 

La activista criticó que si bien es un grupo de mujeres indígenas el que está abriendo brecha a las afromexicanas para que inicien sus propios procesos de liderazgo, de autoreconocimiento e incidencia política, gran parte de la población indígena las ha hecho a un lado.

 

Julia aseguró que su lucha, en comunidad y en lo individual, por México está desdibujada. Ni el movimiento zapatista, con el que lucharon hombro a hombro, las reconoció.

 

“Actualmente no hay líderes afrodescendientes y eso duele; cuando vamos a los foros nos quedamos como servidumbre”, reprochó. Y llamó a las mujeres de esta raza a dejar de depender de otros grupos sociales, incluso indígenas: “Ya es hora de que nosotras seamos las protagonistas de nuestra historia”.

 

Marginación

 

De acuerdo con los datos que recopiló la escuela, en las localidades afromexicanas las mujeres tienen 2.1 hijos cada una; este promedio es mayor al del resto de la entidad, que es de 1.9.

 

La adscripción al Seguro Popular (único servicio médico gratuito al que pueden acceder estas mujeres) no satisface las necesidades de atención médica que ellas requieren, y muchas mueren por cáncer cérvico uterino y de mama.

 

Además, en las localidades afromexicanas hay nueve mil 270 jóvenes de 18 a 28 años de edad, pero sólo mil 747 va a la escuela.

 

Lucila Mariche Magadán, defensora de Derechos Humanos de las mujeres afrodescendientes, agregó a esta radiografía que en las comunidades con más asentamientos de esta población los megaproyectos están despojando a las comunidades de su territorio.

 

La también ganadora en 2013 del Premio “María Sabina” explicó que las afromexicanas viven a orillas del mar, en contextos de gran riqueza natural, pero que en su municipio, Charco Redondo, la construcción de una presa para desarrollar energía eólica la obligó a protestar para que no se aniquile la fauna y la flora de donde comen y obtienen sus plantas medicinales.

 

Mariche Magadán aseguró que incluso personal de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) viajó a la comunidad para convencerla de los “beneficios” del megaproyecto, y a ella –que es policía en su comunidad– le ofrecieron dinero. No obstante, la CFE nunca habla a la gente sobre los “desastres” que traerá este proyecto en el futuro.

 

“Por mis costumbres he aprendido a valorar la madre tierra, lo que nos da. Tenemos que cuidarla y hacerla producir, pero con una ayuda positiva”; en las comunidades afromexicanas se lucha por la vida y por la dignidad, explicó.

 

Despuntan líderes

 

A decir de estas cuatro mujeres que dirigen la Escuela Itinerante de Formación Permanente para Mujeres Afromexicanas, el esfuerzo que han hecho durante un año para integrar a más mujeres a este proyecto dio como fruto sumar a 19 líderes “negras”.

 

Además, les permitió conocer las experiencias y las historias de otras mujeres afromexicanas que tienen el interés y la necesidad de recuperar su historia.

 

Juntas señalaron la importancia de que en Oaxaca sea reconocida formalmente (aunque sea nominalmente) la existencia de la comunidad afromexicana; también celebraron que el Censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) ya contabilice a esta población.

 

Ahora exigen que la Constitución y las leyes reglamentarias también hagan un reconocimiento efectivo de esta comunidad, que si bien es parte de la multiculturalidad tiene características muy particulares que no están visibilizadas.

 

Y que a semejanza de la Ley de los Pueblos Originarios, se formule una legislación en materia de población afromexicana, que en todo el país constituye más de 400 comunidades asentadas principalmente en los estados de Oaxaca, Guerrero y Veracruz.

 

El siguiente paso –que consiguieron con mucho impulso– será su participación en la Primera Cumbre de Líderes Afrodescendientes de las Américas, que se realizara del 25 al 28 de junio en Nicaragua, y será el primer encuentro internacional en el que ellas tendrán voz como afromexicanas.