PANAMÁ.  La Cumbre de las Américas, que bajó el telón el sábado por la noche, donde Estados Unidos y Cuba afianzaron su deshielo con la histórica reunión de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro.

 

Además, la Cumbre fue el escenario en que numerosas voces latinoamericanas se alzaron contra el decreto de Washington que proclama a Venezuela una amenaza para la seguridad estadunidense.

 

La séptima cita cumplió su cometido en los esfuerzos de Cuba y Estados Unidos, dos rivales antagónicos por medio siglo, en reafirmar que están dispuestos a impulsar un nuevo enfoque en sus relaciones. “Ha servido para tender puentes en esa dirección”, declaró el presidente anfitrión Juan Carlos Varela al cerrar el encuentro.

 

La Cumbre también permitió una reunión de varios minutos entre Obama y su colega venezolano Nicolás Maduro, un contacto que tuvo lugar al final de la cita y después de acentuarse la tensión entre las dos naciones en las últimas semanas luego que Estados Unidos declaró a Venezuela como una amenaza para la seguridad nacional.

 

Maduro dijo que fue un encuentro “serio” y “franco” que podría abrir un proceso de conversación futuro con Estados Unidos para explorar relaciones “de respeto”. Para el líder venezolano, esta fue la “cumbre de la verdad”.

 

Sin embargo, en su intervención en la plenaria Maduro dijo que una de las condiciones para el diálogo es la derogación del decreto, al que considera una intervención en los asuntos internos de Venezuela y que abre la posibilidad de una acción armada estadunidense.

 

La cumbre le dio la bienvenida a Cuba, la siempre gran ausente del foro por haber sido expulsada en 1962 de la Organización de los Estados Americanos que ejerce la secretaría general del evento.

 

Y Cuba pareció sacar réditos en Panamá.

 

“En la reunión que se efectuó me parece que uno de los resultados principales (es) que ambos gobiernos conocemos mejor nuestros respectivos intereses y también los límites de nuestras diferencias y hemos encontrado terreno común en la disposición de tener un comportamiento civilizado que respete nuestras diferencias”, expuso el canciller cubano Bruno Rodríguez en una conferencia de prensa posterior.

 

“Es una actitud positiva y lo valoramos”, dijo antes la presidenta argentina Cristina Fernández al hacer referencia a los esfuerzos de Washington y La Habana por poner fin a su prolongada hostilidad. “Es un triunfo de la revolución cubana”. Pero consideró que el decreto “es una pena realmente”.

 

Para la presidenta brasileña Dilma Rousseff, “estas medidas unilaterales son contraproducentes”. La mandataria también reafirmó que Brasil sigue la línea trazada por la Unión de Naciones Suramericanas de utilizar la vía del diálogo entre gobierno y oposición para resolver la crisis política en la nación petrolera.

 

A su turno Castro también despotricó por el decreto de Obama, aunque al mismo tiempo expresó su disposición de continuar tratativas con Estados Unidos.

 

“Hemos expresado y le reitero ahora al presidente Barack Obama nuestra disposición al diálogo respetuoso y a la convivencia civilizada de ambos estados dentro de nuestras profundas diferencias”, manifestó Castro.

 

“Aprecio como un paso positivo su reciente declaración de que decidirá rápidamente sobre la presencia de Cuba en una lista de países patrocinadores del terrorismo en la que nunca debió estar, impuesto bajo el gobierno del presidente (Ronald) Reagan”.

 

El presidente mexicano Enrique Peña Nieto mencionó, por su parte, las implicaciones del paso dado por ambos países.

 

“Los líderes de ambas naciones le han recordado al mundo que la apertura al diálogo está cargado de futuro y posibilidades”, expuso. “También quiero aquí expresar el reconocimiento al proceso de paz que está viviendo Colombia”.

 

Según el presidente ecuatoriano Rafael Correa, la “alegría no puede ser completa. Queda el bloqueo (estadunidense contra Cuba) y la devolución de (la base) de Guantánamo”.

 

Obama dio una rueda de prensa y luego abandonó la capital panameña cuando aún la segunda sesión plenaria de la cumbre no había terminado.

 

Los presidentes consensuaron el 90% de los mandatos o iniciativas propuestas en un documento y con las que buscan ayudar a los sectores más vulnerable de la región, donde a pesar de su crecimiento económico de la última década aún se mantienen en pobreza alrededor de 167 millones de personas, casi el 30% de su población.

 

La próxima Cumbre de las Américas, en su 8va versión, tendrá como sede el Perú en 2018.