Dominique Strauss-Kahn es un personaje seductor, perspicaz y amplio conocedor de las finanzas internacionales, muy respetado por saber ejecutar con certeza y ortodoxia las directivas del máximo organismo financiero en el mundo para evitar “ovejas descarriadas” o cualquier peligro en naciones rebeldes que pudieran provocar un desequilibrio mundial.

 

El poderoso ex presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI), al mismo tiempo, sin embargo, es un hombre de sexualidad desenfrenada, que no tiene escrúpulos para saciar sus apetitos con la mujer que le plazca, aun cuando ello ocurra en contra de la voluntad de las víctimas de sus insanos deseos.

 

Como Jano, el dios de la mitología romana que tenía dos caras y era la figura que regía las puertas, los comienzos y los finales, Strauss-Kahn de 66 años es un hombre de dobleces, pero su lado oscuro parece dominar sobre su lado positivo.

 

Ese lado “B” salió a relucir públicamente por primera vez el 14 de mayo de 2011 cuando fue detenido por una acusación de abuso sexual cuando apenas comenzaban los primeros escarceos para las internas de su partido, el socialista y lideraba las encuestas para su nominación como candidato. Strauss-Kahn se perfilaba como uno de los favoritos para ganar las elecciones, por encima inclusive del que resultó ganador a la postre, Nicolas Sarkozy.

 

Calificado por las mujeres de quienes abusó como “medio hombre y medio cerdo” y como un “chimpancé en celo”, su imparable ascenso hacia la cúspide llegó a su fin ese día en que abusó de Nafissatou Diallo, de origen guineano, la empleada del hotel Sofitel de Nueva York, antes de partir a un viaje a París, justo cuando estaba a punto de abandonar el cargo de titular del FMI para postularse como candidato a la presidencia de Francia.

 

Strauss-Kahn fue bajado de la primera clase de un avión de Air France por agentes de la Autoridad Portuaria de Nueva York y entregado a la policía de Manhattan, en medio de la humillación pública, por haber hecho lo que quizá solía hacer siempre: abusar de su poder, en este caso con una humilde mujer, cuando pudo haber pagado por la mejor prostituta de la Urbe de Hierro.

 

La mujer acusó a Strauss-Kahn de haberla asaltado sexualmente de forma “sádica, intencionada, brutal y violenta” cuando entró a limpiar la habitación del hotel donde se hospedaba el entonces director del FMI y éste reconoció haber tenido una relación sexual “inapropiada”, pero afirmó que fue “consensuada y sin violencia”.

 

Quién iba a decir que una inmigrante de color, de 32 años, que limpiaba su suite, a quien Strauss-Kahn obligó a practicarle sexo oral en su habitación cuando se encontraba desnudo, iba a ser la que trastocara por completo su vida desenfrenada y estropeara su meteórica brillante carrera política. Desde 2007, el poderoso hombre de las finanzas estuvo cerca de llegar al Palacio del Elíseo en París pero fue derrotado en las primarias de su partido por Segoléne Royal.

 

Catedrático de Economía, Strauss-Kahn había iniciado su carrera política en el Parlamento francés y fue ministro de Economía durante el gobierno del primer ministro Lionel Jospin hasta 1999.

 

Pero el influyente Strauss-Kahn estuvo apenas unos días en prisión y luego, bajo un estricto arresto domiciliario en la Gran Manzana hasta que tres meses más tarde, en agosto de 2011, fue absuelto por las “inconsistencias y contradicciones” en la declaración de Diallo, lo que dio un vuelco al asunto.

 

Un cadáver político

 

El caso finalizó en diciembre de 2012 cuando sus abogados acordaron pagar a la mucama la bonita cifra de 6 millones de dólares, según algunas versiones, con los cuales pudo haber pagado a todo un ejército de prostitutas caras por más orgías que las ocurridas en Sodoma y Gomorra. Salió de prisión y fue abandonado por su esposa. Ya era un “cadáver político”.

 

Habrían de pasar sólo algunos meses antes de volver a ser acusado de nuevo de “proxenetismo agravado”, al organizar una red prostitución para realizar una orgía en el hotel Carlton de la ciudad gala de Lille.

 

Al cabo de una larga batalla en los tribunales, DSK, como se le conoce, el brazo de la justicia no fue lo suficiente largo para alcanzarlo y logró la exoneración.

 

Tras este episodio, salieron a la luz muchos otros casos de acoso e intento de abuso en los que se vio involucrado.

 

El ex titular del FMI era un sibarita y un hedonista, acostumbrado al lujo y a los mejores placeres de la vida.

 

Casado en terceras nupcias con la periodista de televisión neoyorquina Anne Sinclair, de quien se separó tras el escándalo con la camarera de Nueva York, y padre de cuatro hijos, su historial ya se había visto manchado con escándalos sexuales anteriores.

 

En 2008, se le acusó de haber mantenido una relación impropia con una de sus subordinadas del FMI, Piroska Nagy, pero consiguió librarse de ser destituido y solo se vio obligado a pedir disculpas al personal en un correo electrónico en el cual admitió un “error grave de juicio”, pero negó haber “abusado de mi posición”.

 

El comité directivo del FMI admitió que la relación fue consensual pero lamentó la actuación del director-gerente.

 

El libertino obsesivo

 

Considerado por algunas mujeres como “un gran seductor” y un hombre “un poco insistente” en sus relaciones con bellas periodistas, en el libro Sexus Políticus, publicado en 2006, por los periodistas Christophe Dubois y Christophe Deloire, aborda el tema de la sexualidad en el microcosmos de la política francesa. A DSK lo describen como un “libertino” que practica “el arte de la seducción” a niveles que llegan a ser obsesivos.

 

En 2007, tras su nombramiento al frente del FMI, el periodista Jean Quatremer del diario Libération escribía que “el único verdadero problema de Strauss Kahn es su relación con las mujeres”. A menudo, su actitud “raya en el acoso”, agregaba el reportero, quien señalaba que ese era un flanco “muy conocido por los medios” pero del cual nadie hablaba en Francia.

 

No por lo menos hasta febrero de 2007, cuando la joven periodista y escritora, Tristane Banon, narró que un importante político la había intentado violar cuando acudió a entrevistarlo, pero ella se resistió, y un año más tarde reveló que se trataba de DSK y lo describió como “un chimpancé en celo”.

 

La madre de la periodista, Anne Mansouret, recuerda que Tristane tuvo una depresión y que “su vida profesional se vio perturbada por esta historia. Ella estuvo bajo presión” debido a que sufrió “un verdadero acoso”.

 

Para colmo, en un libro llamado Le Roman vrai de Dominique Strauss-Kahn (La verdadera novela de DSK), una biografía autorizada del poderoso hombre, escrita por Michel Taubmann, se dice que Tristane Banon inventó esta historia para vengarse de Dominique.

 

Cínico hasta el delirio, Dominique admitió ante el tribunal de Lille que “tengo una sexualidad más ruda que el promedio de los hombres. Y tuve ese tipo de relaciones sexuales con numerosas mujeres” pero dijo en su descargo que “esto no tiene nada que ver con la prostitución”.

 

Al responder a las acusaciones de dos mujeres por haberlas forzado a mantener “relaciones brutales”, dijo que se le pretendían tergiversar sus gustos sexuales.

 

“Y tuve ese tipo de relaciones sexuales con numerosas mujeres. Algunas pueden hallarlas rudas, otras pueden apreciarlas, pero esto no tiene nada que ver con la prostitución”, afirmó.

 

Un escándalo sobre otro

 

Hace dos años, le llovió sobre mojado cuando enfrentó otro escándalo que lo obligó a solicitar a la justicia francesa prohibir la publicación del libro La Bella y la Bestia, de la ensayista argentina Marcela Iacub, quien fue su amante.

 

El ex ministro francés de Economía calificó el texto como “despreciable, que se aprovecha de su vida privada y familiar” y se declaró “asqueado por el carácter despreciable” de ese texto, y por el hecho de que todo sea, a su juicio, mentira.

 

La polémica inició en enero del 2013 con la publicación de una entrevista a la autora del libro, en el semanario Le Nouvel Observateur, en la que afirmó que la obra se basó en la relación que sostuvo con el ex ministro francés a partir de enero de 2012 y durante siete meses.

 

La mujer describió a Strauss-Kahn como un “medio hombre, medio cerdo”.

 

“El hombre es horrible, el cerdo es maravilloso, pese a ser un cerdo, es decir, un ser intratable. Es un artista de las alcantarillas, un poeta de la abyección y de la suciedad”.

 

Curiosamente, la autora inició su relación con Strauss-Kahn a finales de 2011, tras publicar un libro en el que lo defendía de las acusaciones de violación lanzadas por una empleada del hotel Sofitel en Nueva York.

 

“Ya basta, estoy cansado de que se me utilice. Ya es suficiente”, concluyó Strauss-Kahn ante la prensa luego de una audiencia en la que criticó las prácticas de periodistas y editores “dispuestos a cualquier cosa para hacer dinero”, cuestionando –el burro hablando de orejas- la “moral de los medios”.

 

Para los franceses, quizás el ex director-gerente del FMI entre 2007 y 2011 sea culpable pero las pruebas no son lo suficientemente sólidas como para asegurar su condena.

 

El poderoso monsieur Srauss-Kahn es un hombre de suerte, al lograr ser virtualmente absuelto por el tribunal de Lille, aunque quizá eso no sea suficiente como para permitirle redimirse por completo y resurgir de las cenizas para alzar el vuelo en su carrera política.

 

A veces, la verdad legal no coincide con la realidad. Ahora, Strauss-Kahn deberá enfrentar la dura tarea de reanudar su vida suspendida en donde se quedó cuando comenzó toda esta pesadilla, aunque quizá ya es muy tarde para recuperar el prestigio perdido y lograr su máxima ambición: conquistar la presidencia de Francia.

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