Por Guadalupe Fernández 

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Por eso los dichos populares le dicen a la risa “el remedio de todos los males”; es un héroe totalmente inmune. Cuando la realidad agobia a las personas en el día a día con momentos complicados, cuando las noticias abrumadoras y situaciones incómodas han tomado la ciudad, pareciera que no hay escapatoria. El mal humor se apodera de lo cotidiano. Sólo puede haber una solución: que un artista consiga causarnos una sonrisa, que rompa la maldición de pronto y deje a su paso un ambiente agradable que ayude a salir de las dificultades.

Más allá de ser una forma de evadir los problemas, reírse es una actitud inherente del ser humano que lo ayuda, de manera instintiva, a superar los problemas y a sentirse bien consigo mismo.

Por ello, el Festival Internacional de la Risa, que el año pasado se llevó a cabo desde el 29 de noviembre hasta el 1 de diciembre, explota ese “mecanismo de defensa” de las personas, como lo llama Andrea Christiansen, la directora artística del proyecto, para convertirlo en una reunión de actividades artísticas y culturales que deleiten al público y lo salven de los momentos complejos en los que viven.

“La idea es responder a la necesidad de la sociedad de sanar a través del arte y de la cultura. En el caso nuestro, que nos dedicamos a ofrecerles humor a las personas, queremos dedicarle la posibilidad de sanar a través de la risa”, dice entrevista la organizadora del Festival.risa1

La idea no sólo es crear una obra que pueda hacer que las personas olviden su vida y se distraigan como sólo un pasatiempo, el propósito es que los espectadores puedan tener contacto con la alegría que tienen dentro y que puede ayudarlos a sentirse mejor, a liberarse, a sanarse.

Las actividades del festival van más allá de un sujeto que se para delante de un público para decir un discurso preparado. Por medio de obras teatrales de clown, la pintura y actividades recreativas, el Festival Internacional de la Risa tiene el objetivo de crear un espacio que sane a las personas, de todos los peligros que la frustración cotidiana le provoca.

Dirigido a un público familiar, el festival también tiene la idea de crear un espacio donde adultos, niñas y niños tengan la oportunidad de compartir. El arte se convierte en la herramienta para llevar el humor blanco a cada uno de los espectadores y que se puedan sorprender y reír con él de una manera saludable y amena.

Desde el “El torneo de la risa”, que invita a los niños a inscribirse para iniciar una batalla de chistes frente a todas las personas, hasta el “Fantástico mundo”, obra de clown con la que se cerraron las presentaciones el 11 de diciembre, y se recordó a los asistentes la maravilla del malabarismo y de sacar carcajadas sin pronunciar una sola palabra.

De acuerdo con Christiansen: “De alguna manera el artista tiene una responsabilidad con la sociedad y, en este momento, con todas las cosas tremendas que están sucediendo alrededor se requiere mucho más de él”.

risa5Es por ello que se retoma la esencia del clown, donde en cada presentación la figura del payaso tradicional se transforma de ser un individuo simpático (o para algunos, terrorífico) a una especie de superhéroe que puede ayudar a la gente en sus momentos más difíciles por medio del arte.

“No somos payasos de fiestas o payasos de circo. Lamentablemente uno dice payaso y mezclan todo. Hay que concientizar un poco qué es el payaso desde este punto de vista más artístico, más teatral y que se ha llevado a cabo desde hace mucho tiempo”, dice la organizadora. Sujetos que buscan causar alegría desde la expresividad, la relación con el público familiar y el respeto a éste.

A pesar de que por ahora el festival sólo se ha realizado en el país, centrado en sedes del Distrito Federal como en Centro Nacional de las Artes o el Teatro Reforma, ya se encuentra en crecimiento al haber llevado a cabo sus primeras dos ediciones, al tener en su equipo artistas de talla internacional.

Figuras como “Perico payaso loco”, emblemático payaso desde la época de los 70, el uruguayo Adrián Martínez con su habilidad malabarista, Aziz Gual quien tomó clases con el legendario mimo Marcel Marceau hasta la misma organizadora, Christiansen en su papel de “Pimpolina” logran sacar lo que parece que algunas personas tienen perdido desde años atrás: el humor.

“Los convoqué a ellos, porque, desde mi consideración, son los mejores payasos de la ciudad, risa4son personas que ya tienen una trayectoria artística y que desempeñan muy bien su trabajo”, dice Cristiansen. Así se juntaron dos poderes; no  conformes con encontrar sujetos que sepan hacer reír, los organizadores del festival se centraron en hallar sujetos que desean hacer y crear arte y llevarlo a las personas.

Por ahora, el festival desea continuar con su objetivo de salvar a las personas con presentaciones como “El torneo de la Risa”, dependiendo de las facilidades y disponibilidad de lugares que se tengan. Además también continuarán con la organización de su tercera edición, que se llevará a cabo a finales de este año.

La risa no es sólo un reflejo involuntario, no es una forma de evadir la realidad, es un mecanismo para transformarla, para que el sujeto pueda sanarse de los tantos aspectos negativos en los que vive. Por eso, los participantes del Festival internacional de la Risa desean llevar esa idea al público joven y adulto e ir, como si fueran superhéroes, al rescate de las personas.

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